domingo, 4 de noviembre de 2018

Encuentro con la Policía Nacional en nuestra Casa



El martes, día 30 de noviembre, ha sido un día importante y mágico para los chicos de nuestra Casa. No supimos hasta casi el último momento si la meteorología nos permitiría disfrutar de esta visita, pero al final si fue posible.
Todo empezó un día en un despacho de la Comisaria de Ávila. Una serie de circunstancias me llevaron allí de la mano de alguien que quiere a esta Casa y que siente un afecto muy especial por las personas que viven en ella: Fernando López del Barrio.
Un encuentro que iba a ser breve, derivó en un coloquio de tres horas, y que se caracterizó por la familiaridad y por las ganas de conocernos y de hacer algo por nuestros chicos. Allí se fraguó la visita del día 30.
La mañana era fría y de aspecto gris, amenazaba lluvia pero ni el frío pudo con el calor que nos trajo la Policía Nacional y, por supuesto, el gris fue cambiando, poco a poco, a un cielo luminoso en el que el sol apareció tímidamente empujado por las fuerzas y ganas de los chicos de esta Casa, que lo único que quieren es conocer a cuantas más personas mejor y empaparse de sus enseñanzas y proyectos.
Con esta maravillosa actitud comenzó esta extraordinaria jornada. ¡Todo el día con la Policía Nacional en Casa! He de decir que hemos disfrutado todos y hemos aprendido cosas nuevas que muchas veces no nos planteamos.
Para muchas personas hablar de la policía es ponerse en actitud temerosa, se crea un estado de inquietud o, cuando menos, lleno de interrogaciones. Hasta incluso pueden aparecer fantasmas del pasado cuando se trata de personas adultas que tienen muchos años vividos.
Es fantástico ver cómo José Antonio Coedo envuelve con su actividad, te introduce, en un pis pas, en su mundo y sin que te des cuenta. Es un hombre que, de una forma respetuosa, prudente a la vez que cercano, te contagia de su entusiasmo por lo que hace, vive y piensa. Es curioso que alguien que no es de Ávila, ni lleva mucho en esta ciudad, conozca de manera tan profunda a los estamentos sociales de Ávila.
Vino acompañado de un grupo de policías que están en prácticas. Personas muy jóvenes, con buena formación académica que, aún pudiendo optar por otras salidas profesionales, decidieron lo que querían ser por vocación. Este binomio obligatoriamente enriquece a la Policía Nacional. No hay mejor opción en las empresas que contar con profesionales jóvenes, bien formados y que creen en lo que hacen y en cómo pueden servir. Llevan dentro el sentimiento de pertenencia a una marca, logo o siglas. Esta actitud es la que vi con mucha fuerza en las personas que vinieron acompañando a Emilio Pérez Castelani, comisario jefe provincial ¡Todo un lujo! Y lo mejor de todo es que él lo sabe y lo valora.
Los chicos de esta Casa escucharon con atención una charla sobre prevención y seguridad desarrollada por José Antonio Coedo que, a través de una metodología práctica y con un lenguaje sencillo, supo llegar a las capacidades intelectuales que poseen los interlocutores que prestaban atención a sus palabras. No es fácil conseguirlo, pero mucho peor es no intentarlo.
A continuación hubo un coloquio con Emilio Pérez Castelani a través de nuestro institucionalizado “conversando con ...” Hubo preguntas que estaban dentro del guión y que el comisario jefe respondió con precisión y de manera muy cercana. Ahora bien, una vez que se rompió el protocolo y apareció la persona cercana y abierta, los chicos iniciaron una ronda de preguntas para satisfacer sus inquietudes e interrogantes.
Los policías en prácticas sé que observaban la situación en una doble vertiente: por una parte estaban descubriendo a personas con discapacidad intelectual y, por otra, les llamaba la atención, me imagino, ver a su jefe superior descendiendo a un escenario poco habitual, sin riesgos físicos pero en el que hay que poner “piel con piel” para sentir lo que son capaces de sentir nuestros chicos. Emilio Pérez Castelani supo bajar a la arena para estar al lado de ellos. Gracias por ese saber estar y esa actitud de “buena gente”.
Después de escuchar al coro de la Casa Grande, hubo una exhibición de la Unidad de Guías Caninos de la Policía Nacional. Quedó sobradamente demostrado que en esta vida todo funciona a base del aprendizaje, en el que predomina el esfuerzo, la paciencia, empatía, creer que lo que se hace merece la pena y que a base de mucho sacrificio se consiguen objetivos que han sido muy soñados y que logran hacerse realidad. Ver a estos perros junto a sus “maestros-amigos” es todo un espectáculo difícil de explicar. No es nada milagroso, es el resultado del buen hacer por parte de gente muy profesional que con herramientas muy básicas y sentido común logran metas muy altas.
Según escribo esto llego a la conclusión de que todo en la vida funciona de la misma manera. El éxito en la vida no viene solo, se necesita trabajo, esfuerzo y creer en lo que se persigue.
Luego vinieron los coches, las sirenas y el bullicio para acabar de alegrar una mañana especial. Cada chico obtuvo su carnet de policía para conservarlo y mirarlo a la vez que vuelvan a su retina miles de imágenes que un día vieron pero sobre todo vivieron gracias a la Policía Nacional de Ávila, guiada por un hombre de corazón tan grande como su estatura y que tiene la virtud de rodearse, si no de los mejores, sí de personas buenas capaces de demostrar el cambio que ha experimentado este sector y todo a base de profesionalidad y de hacer bien lo que se les encomienda.
Nos quedó muy claro que la Policía Nacional protege el libre ejercicio de los derechos y libertades, a la vez que garantiza la seguridad ciudadana.
¡Gracias de corazón por tanta humanidad y cercanía!