El martes, día 30 de noviembre, ha sido un día
importante y mágico para los chicos de nuestra Casa. No supimos hasta casi el
último momento si la meteorología nos permitiría disfrutar de esta visita, pero
al final si fue posible.
Todo empezó un día en un despacho de la Comisaria de
Ávila. Una serie de circunstancias me llevaron allí de la mano de alguien que
quiere a esta Casa y que siente un afecto muy especial por las personas que viven
en ella: Fernando López del Barrio.
Un encuentro que iba a ser breve, derivó en un
coloquio de tres horas, y que se caracterizó por la familiaridad y por las
ganas de conocernos y de hacer algo por nuestros chicos. Allí se fraguó la
visita del día 30.
La mañana era fría y de aspecto gris, amenazaba
lluvia pero ni el frío pudo con el calor que nos trajo la Policía Nacional y,
por supuesto, el gris fue cambiando, poco a poco, a un cielo luminoso en el que
el sol apareció tímidamente empujado por las fuerzas y ganas de los chicos de
esta Casa, que lo único que quieren es conocer a cuantas más personas mejor y
empaparse de sus enseñanzas y proyectos.
Con esta maravillosa actitud comenzó esta
extraordinaria jornada. ¡Todo el día con la Policía Nacional en Casa! He de
decir que hemos disfrutado todos y hemos aprendido cosas nuevas que muchas
veces no nos planteamos.
Para muchas personas hablar de la policía es ponerse
en actitud temerosa, se crea un estado de inquietud o, cuando menos, lleno de
interrogaciones. Hasta incluso pueden aparecer fantasmas del pasado cuando se
trata de personas adultas que tienen muchos años vividos.
Es fantástico ver cómo José Antonio Coedo envuelve
con su actividad, te introduce, en un pis pas, en su mundo y sin que te des
cuenta. Es un hombre que, de una forma respetuosa, prudente a la vez que
cercano, te contagia de su entusiasmo por lo que hace, vive y piensa. Es
curioso que alguien que no es de Ávila, ni lleva mucho en esta ciudad, conozca
de manera tan profunda a los estamentos sociales de Ávila.
Vino acompañado de un grupo de policías que están en
prácticas. Personas muy jóvenes, con buena formación académica que, aún
pudiendo optar por otras salidas profesionales, decidieron lo que querían ser
por vocación. Este binomio obligatoriamente enriquece a la Policía Nacional. No
hay mejor opción en las empresas que contar con profesionales jóvenes, bien
formados y que creen en lo que hacen y en cómo pueden servir. Llevan dentro el
sentimiento de pertenencia a una marca, logo o siglas. Esta actitud es la que
vi con mucha fuerza en las personas que vinieron acompañando a Emilio Pérez
Castelani, comisario jefe provincial ¡Todo un lujo! Y lo mejor de todo es que
él lo sabe y lo valora.
Los chicos de esta Casa escucharon con atención una
charla sobre prevención y seguridad desarrollada por José Antonio Coedo que, a
través de una metodología práctica y con un lenguaje sencillo, supo llegar a
las capacidades intelectuales que poseen los interlocutores que prestaban
atención a sus palabras. No es fácil conseguirlo, pero mucho peor es no
intentarlo.
A continuación hubo un coloquio con Emilio Pérez
Castelani a través de nuestro institucionalizado “conversando con ...” Hubo
preguntas que estaban dentro del guión y que el comisario jefe respondió con precisión
y de manera muy cercana. Ahora bien, una vez que se rompió el protocolo y
apareció la persona cercana y abierta, los chicos iniciaron una ronda de
preguntas para satisfacer sus inquietudes e interrogantes.
Los policías en prácticas sé que observaban la
situación en una doble vertiente: por una parte estaban descubriendo a personas
con discapacidad intelectual y, por otra, les llamaba la atención, me imagino,
ver a su jefe superior descendiendo a un escenario poco habitual, sin riesgos
físicos pero en el que hay que poner “piel con piel” para sentir lo que son
capaces de sentir nuestros chicos. Emilio Pérez Castelani supo bajar a la arena
para estar al lado de ellos. Gracias por ese saber estar y esa actitud de
“buena gente”.
Después de escuchar al coro de la Casa Grande, hubo
una exhibición de la Unidad de Guías Caninos de la Policía Nacional. Quedó
sobradamente demostrado que en esta vida todo funciona a base del aprendizaje,
en el que predomina el esfuerzo, la paciencia, empatía, creer que lo que se
hace merece la pena y que a base de mucho sacrificio se consiguen objetivos que
han sido muy soñados y que logran hacerse realidad. Ver a estos perros junto a
sus “maestros-amigos” es todo un espectáculo difícil de explicar. No es nada
milagroso, es el resultado del buen hacer por parte de gente muy profesional
que con herramientas muy básicas y sentido común logran metas muy altas.
Según escribo esto llego a la conclusión de que todo
en la vida funciona de la misma manera. El éxito en la vida no viene solo, se
necesita trabajo, esfuerzo y creer en lo que se persigue.
Luego vinieron los coches, las sirenas y el bullicio
para acabar de alegrar una mañana especial. Cada chico obtuvo su carnet de
policía para conservarlo y mirarlo a la vez que vuelvan a su retina miles de
imágenes que un día vieron pero sobre todo vivieron gracias a la Policía
Nacional de Ávila, guiada por un hombre de corazón tan grande como su estatura
y que tiene la virtud de rodearse, si no de los mejores, sí de personas buenas
capaces de demostrar el cambio que ha experimentado este sector y todo a base
de profesionalidad y de hacer bien lo que se les encomienda.
Nos quedó muy claro que la Policía Nacional protege
el libre ejercicio de los derechos y libertades, a la vez que garantiza la seguridad
ciudadana.
¡Gracias de corazón por tanta humanidad y cercanía!