lunes, 22 de junio de 2015

Los "chicos del coro" de la Casa Grande


Hace dos años más o menos, aún recuerdo el momento, a lo largo de una conversación me propusiste una idea que llevaba tiempo rondándote la cabeza: empezar a probar voces de los chicos porque querías hacer un coro. Tenías ese brillo que se te pone en la mirada cuando quieres hacer algo especial en lo que crees. La verdad  es que te dije que sí casi al momento porque me pareció una idea fantástica. Eso sí, te dije que era muy duro lo que pretendías y que podía no salir bien, porque ellos se cansaran o porque tú, debido a tanto contratiempo, "tiraras la toalla". Me lo propusiste como otra actividad parecida al teatro, el cual, dicho de paso, también querías cambiar y darle otro aire.
Sé que eres la persona que dirige los talleres pero, sobre todo, eres una persona que cree y que vive el arte. La música es fundamental en tu vida. Es más, no se entendería tu vida sin ella. ¡Te tienen muy marcado las notas musicales!
Y así comenzó esta nueva actividad, con la que desde el silencio y con infinita paciencia y sobre todo, con muchísimo aprendizaje, has conseguido deslumbrarnos y, ante todo, hacerles creer a ellos, los chicos en otras maravillosas posibilidades que tienen y que estaban ocultas.
¡Cuántas veces te he llamado y estabas ensayando! Te metías en tu despacho y venga a cantar con el grupo que formaste después de probar y probar las voces.
Tú, tu guitarra y ellos. Y así un día y otro y muchos más... y media hora o alguna hora para empezar a familiarizarse con una sola nota. Y las personas que están a tu lado y que creen en todo esto, como son Lorena y Javier, alucinados de tu paciencia y de tu ilusión por este coro.
A lo largo de este tiempo, es cierto, que hemos ido descubriendo por las actuaciones que habéis ido haciendo, que si podían con esta actividad. Lo más curioso es que los chicos estaban entregados, ilusionados y convencidos de sus posibilidades. Pertenecer al coro para ellos es un orgullo y un premio. Les hace importantes delante de los demás. Al principio algunos no entendieron porqué ellos no podían estar. El hecho de quedarse alguno algún día sin ensayo (por motivos diversos) lo ven como un castigo y les sienta mal.
Cada vez creen más en ellos y se ven con más seguridad y eso hace que se les oiga mejor y que se les escuche cada nota musical con más entusiasmo.
Ya se iban haciendo a cantar entre nosotros o como mucho el día de la fiesta de la Casa Grande, delante de sus familias. Ahora bien, lo que ha ocurrido este año ha sido la demostración de que cuando se quiere se puede. El día de las familias fue como el ensayo general a lo que ocurriría después en la Catedral de Ávila, aquí en este importante y maravilloso lugar, fue donde realmente se ha estrenado y ha triunfado el Coro de la Casa Grande. Lo han hecho muy bien todos pero esas notas de Susana sola, con esa voz tan limpia y clara, emocionó mucho y a los que la conocemos nos sobrecogió porque conocemos el esfuerzo extra que tiene que hacer.
David con su "Ave María" nos paralizó y se hizo un silencio sepulcral en un recinto tan grande como es la Catedral de Ávila, donde imagino que nunca habrá cantado un grupo tan humilde como este y haciendo tantos esfuerzos como han tenido que hacer estos chicos.
Y luego vinieron más canciones dentro de la Casa Grande y allí fue donde ya demostraste del todo lo que has hecho pero, sobre todo, lo que quieres hacer. Ahí estabas sentado con tu guitarra y queriendo pasar desapercibido porque tu sabes que los protagonistas son tus chicos, los que creen en tí, los que te siguen con su mirada, los que saben lo que quiere decir cualquier guiño o movimiento tuyo, aunque los demás no lo veamos.
Has creado un hermoso grupo porque crees en los equipos. Crees en el trabajo de varios y en los éxitos de grupo y compartidos.
En fín... D. Fernando Martín... puedes sentirte muy contento (que no orgulloso, porque ese término no va contigo) porque tu sueño se ha hecho realidad y has triunfado. Y lo has hecho con humildad y pasando desapercibido. Y sé que aún no te lo crees y... ¿sabes por qué? Porque para tí la música no es un trabajo, sino que forma parte de tu vida. Lo llevas innato contigo al igual que llevas dentro "el arte de enseñar" (eso te viene por herencia).
Continúa así Fernando, la verdad es que sé que no te saldrás del guión o de la partitura. Sigue con tu grupo y no dejes de ensayar y de creer en ellos, en esas personas que te admiran y te siguen.
Tú un día me propusiste un sueño y yo ahora te propongo muchos más. Y sé que los conseguiremos porque lo más difícil lo has hecho tu solo con ellos.
¿A que ya te lo estás imaginando?
¡Seguro que sí, cuando quieras empezamos!
¡GRACIAS FERNANDO Y A POR ELLO CHICOS!

jueves, 18 de junio de 2015

RECONOCIMIENTO SOCIAL Y AFECTO DE LOS AMIGOS POR 50 AÑOS DE COMPROMISO Y SERVICIO




Gracias, muchas gracias, infinitas gracias, a todos los que habéis hecho realidad un deseo, el sueño de que la Casa Grande de Martiherrero haya podido casi "tocar el cielo con las manos".
El día amaneció entre nubes y rayos de sol, como no podía ser de otra manera, y así la climatología también testificaba como han sido 50 años de historia entre luces y sombras.
Todo estaba planificado y organizado, pero había que llevarlo a cabo y que saliera bien. La cita empezaba a las 11 horas en la Catedral de Ávila y allí llegaron los auténticos anfitriones: los chicos, los que dieron un ejemplo de comportarse y de saber estar. ¡Qué buenos y qué listos sois! Y allí con vosotros estabamos todos los que trabajamos a vuestro lado, todos los que creemos en vosotros. Ayer todos nosotros nos sentimos más cerca que nunca si cabe, y somos los que sabemos que es así, pero de todas formas, para que no quede ninguna duda, el Obispo de Ávila, D. Jesús García Burillo, quisó dejar constancia de ello con una placa de reconocimiento a todos los que trabajamos por esta causa tan noble. ¡Qué cerca está el Obispo, nuestro Obispo de todos nosotros! Eso se nota, se siente, y ayer se manifestó más que nunca.

Y empezaron a llegar amigos y más amigos de la Casa Grande y la Catedral se llenó de cariños y afectos. Y llegó D. Isidoro, el alma de Martiherrero durante 31 años y los chicos, sus chicos, le aplaudieron en un aplauso que eran abrazos con mucho sentimiento.
Y llegaron amigos de Madrid, Burgos, Segovia, Valladolid, Palencia, Zamora, Fuentepelayo, Salamanca, Talavera de la Reina y... muchísimos de nuestra querida Ávila.
Y llegaron las autoridades políticas que quisieron hacer un reconocimiento que por derecho le corresponde a esta Casa. Gracias a Dña Mª Ángeles Ortega, a D. José Luis Rivas, a D. Agustín González, a D. Sebastián González, a D. Miguel Ángel García Nieto, a D. Ángel Muñoz, D. Francisco Muñoz Retuerce, a mandos de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policia. Conozco sus cargos políticos, subdelegada del Gobierno, Alcalde, Presidente de la Diputación, diputados, jefes territoriales, comandantes, directores, etc.

Ojalá ayer no solo les haya hecho estar entre nosotros su obligación política, ojalá haya habido algo de devoción a esta causa y, sobre todo, se marcharan pensando que de todo y de todos se aprende y que la mañana mereció la pena. GRACIAS de nuevo, y hasta cuando quieran; para la Casa Grande, les puedo asegurar que eran antes amigos que políticos.
La Casa Grande tiene tanta grandeza de alma y de espacios que no entiende de colores políticos y además da cabida a amigos muy, muy diferentes entre ellos. Nombrarles y enumerarles sería imposible porque fueron muchísimos, si alguno lee este blog, sabrá que me dirijo a él.
A los que hace 15 años que estáis unidos a nosotros, GRACIAS por no haber desafllecido nunca y no habernos abandonado aunque los vientos no nos hayan favorecido. Estuvisteis en lo malo más cerca que nunca, creisteis en este proyecto, peleasteis porque no muriera y ahora es de justicia que disfruteis de nosotros y con nosotros. Habéis sido pilares fundamentales de esta Institución y, muchas veces, (permitidme esto) hombros en los que alguien hemos podido desahogarnos y hasta llorar. GRACIAS.
A los que llegásteis mucho más tarde, cuando todo ya estaba encauzado, GRACIAS por no tener miedo al pasado de la Casa Grande y haber entrado a conocernos y a querernos. Habéis sido nuestros embajadores y portavoces ante una sociedad que aún estaba algo reticente a seguirnos.
Ahora si necesito hacer una mención especial a la comunidad de Mercedarias que vivió aquí más de 20 años y que estuvo representada aquí ayer por Sor Teresa Heredero. Ustedes fueron junto con D. Isidoro los pilares de esta Casa, sin ustedes no estaríamos ahora en este punto. Esta Institución les debe un reconocimiento por su labor de entrega en silencio y su buen hacer. Siempre estuvieron en la sombra pero con paso firme. A veces la historia se vuelve a repetir, como ocurre de nuevo en la Casa Grande, ustedes dejaron grandes discípulos. Les puedo asegurar que dejaron mucha huella tanto entre los chicos como entre los trabajadores. ¡Ojalá en algún momento pudieramos juntarnos aquí, en Martiherrero!
Veinte años de una vida es mucho tiempo para borrarlo de la mente, por eso ayer yo ví a una mujer religiosa mercedaria, emocionada, con brillo en su mirada y hasta con cierta nostalgia cuando subió a lo que fue su casa y su vida.
Yo, por causas ajenas a esta Institución, conozco bien a la orden Mercedaria, les aseguro que siempre las recuerdo porque aquí dejaron a personas que las recuerdan constantemente. Gracias Hermanas Mercedarias, está claro que por donde pasan, crean escuela y dejan su impronta. Ustedes también saben lo que es el servicio a los demás con humildad y generosidad.
Y hubo discursos, canciones, teatro y proyección de un maravilloso video, una joya, que no es ni más ni menos que la Casa Grande abriendo sus puertas de par en par a la sociedad. Así somos, esto es lo que hacemos día a día y si alguien se sorprendió mucho, es porque no nos conocía lo suficiente. Es cierto que creemos en la privacidad de las personas, en su intimidad y en sus parcelas que nadie tiene porqué ver. La mayor integración es no tener que estar expuestos siempre a un escaparate donde se hable a menudo de logros y más logros. De esa manera no, de esa forma preferimos estar y ser anónimos. Ayer si que había que estar porque 50 años lo merecían.
Gracias a los medios de comunicación por su respeto en el tratamiento y por su coherencia en la información y por estar cerca cuando os necesitamos.
Después, como en todas las celebraciones,  comimos y compartimos tertulias y sobremesas. Hubo fotos que quedarán como testimonios para dentro de mucho tiempo.
Y aquí seguimos el día después,  en nuestro día a día y nuestra rutina. Eso sí,  con más ganas que ayer y más reconfortados y mas reconocidos que nunca.
Somos como somos, creemos en  nuestros proyectos presentes, soñamos con los que vendrán en años sucesivos y que harán crecer aún más a la Casa Grande de Martiherrero.
Si ayer casi tocamos el cielo, hoy hemos vuelto a bajar a la Tierra pero siendo aún mejores. Creanselo porque es la verdad.



martes, 16 de junio de 2015

Discurso para las familias de Doña Pura Alarcón, jueves 11 de junio de 2015.

Buenos días:

Gracias por estar aquí acompañándonos en este año tan importante para nosotros pues no en vano hemos llegado a los 50 años. Una cifra que da vértigo solo de pensarlo, a la vez que nos sentimos orgullosos por ser la 1ª entidad de Ávila y de la provincia que llega a esta meta tan importante.
Atrás quedan muchos días, semanas y años de esfuerzos y angustias, muchos minutos de reflexiones y, sobre todo, muchas personas que creyeron en lo que otras gentes consideran causas perdidas.
Hoy toca tener memoria histórica y retrotraerse en el tiempo. Hoy toca rendir homenaje a los que no lo tuvieron fácil a la hora de emprender un camino tortuoso y con muchas curvas hasta llegar aquí, al lugar en que nos encontramos.
En 1965 Ávila era una ciudad con pocos recursos económicos, lo cual ocasionaba que dentro del entorno familiar se atravesara por situaciones delicadas. Excuso decir las situaciones por las que pasaban las familias con personas con discapacidad psíquica, en aquella época los tan mal llamados subnormales, deficientes, etc...
Son años duros y sin ningún tipo de cobertura, o muy poca, por parte del Estado. No hay servicios sociales.
Es la época en la que la Iglesia desempeña un papel importante para ayudar a personas necesitadas. La iglesia de Ávila, a través de D. Bernardo Herráez, delegado de Cáritas Ávila, acompañado por D. Alfredo Abella y D. José Santacana decidieron buscar soluciones para las personas con discapacidad.
Y después de arduos trabajos y largas noches de insomnio, aquel mes de junio de 1965 vieron realizado su sueño: el Centro de Educación Especial Santa Teresa de Martiherrero estaba en marcha y ya no era un sueño sino una realidad.
En esos años no se hablaba de calidad de vida; primero había que darles una vida digna y considerarles personas iguales a los demás.
Ahora podría contarles todas las cosas que hemos hecho durante estos años, pero esta vez no lo voy a hacer. Lo más importante fue ponerlo en movimiento hace 50 años. Ahora prefiero hablar de Vds. Y de la relación que tienen con sus hijos, hermanos o familiares que viven aquí con nosotros. Quiero que por un momento piensen en la personalidad de cada uno de ellos, en la educación y en los valores recibidos en la familia.
Aquí viven personas que son felices con muy pocas cosas. No son consumistas. No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita.
Les pediría que, por un momento, se pararan a valorar más las relaciones afectuosas con sus hijos o hermanos, que valoraran más la buena convivencia cuando van a casa, hacerles pasar un día agradable, disfrutar de las cosas más simples y normales que puedan hacer con ellos. ¿Se han propuesto alguna vez, cuando están con ellos, ser más alegres, entusiastas y positivos?
¡Ojalá sean Vds. capaces de poner mucho más interés en valorar su amistad, su amor, la generosidad que poseen, su optimismo y su bondad! Disfruten de las cualidades que tienen y no añoren las que no tuvieron. Son Vds. y nadie más que Vds. los que tienen que decidir la actitud que quieren tener ante ellos.
No permitan Vds. que una mala experiencia les afecte y les cambie para toda su vida. Si no pueden Vds. cambiar las circunstancias que les rodean, traten de aceptar su realidad y asumirla. Así podrán recuperar la paz interior y la alegría de vivir.
¡Ojalá sean Vds. conscientes de lo importante que son para estos chicos! Son sus referentes, sus guías y sus ejemplos a seguir por ellos.
El buen ejemplo que puede darle la familia y los que formamos a estas personas, es la mejor escuela que pueden tener. Vds. son el espejo donde ellos se miran. A Vds. les admiran y les aseguro que para eso se necesita grandeza, humildad y generosidad.
Ser padres o tutores de personas dependientes no solo es un título, conlleva unas obligaciones éticas y morales muy fuertes y extremadamente delicadas. Una persona con discapacidad intelectual se integra en la sociedad tanto en cuanto se lo permita su entorno familiar que, contradictoriamente a veces, son los que menos creen en las capacidades de estos seres humanos.
¡Ojalá todos Vds. aprendan a no perder nunca la sonrisa de la esperanza. Deberíamos aprender el arte de comprender a cada uno según su individualidad. Nuestras obligaciones para con estas personas son sus propios derechos.
Señores y señoras hemos recorrido un gran camino y entre todos, Vds. y nosotros, hemos construido una estructura muy importante, una estructura con forma de casa y con unos cimientos muy sólidos. Están muy fortalecidos porque han soportado envites llenos de dureza y amargura. El trabajo a veces ha sido extenuante, pero, eso sí, nunca tanto ni con tantas preocupaciones como las vividas hace 50 años por D. Bernardo Herráez y D. Alfredo Abella para poner en funcionamiento esta gran obra con mayúsculas.
Este proyecto funcionó hace 50 años porque personas con mucho corazón y coraje y con un sentimiento muy fuerte de servicio a los demás se entregó a una causa noble y necesaria.
También funcionó porque un grupo de padres creyó en ellos, les sintió cerca, les abrieron sus puertas, pero no solo de sus casas, abrieron las de su corazón en unos momentos donde la angustia y el desasosiego eran las únicas cosas con las que contaban.
A lo largo de estos 50 años han pasado por aquí miles de familias, confiando en nosotros lo más querido por ellos: sus hijos.
A todos los que han tenido y tienen relación con la Casa Grande de Martiherrero: Gracias por haber estado y estar ahí. Gracias por considerarse parte de esta familia, que no es ni más ni menos que una más entre tantas y tantas que nos dedicamos a lo mismo.
Martiherrero no es ni mejor ni peor que los demás. Es una familia que está viva, con virtudes y muchos defectos, pero, sobre todo, llena de ilusiones, proyectos, buenos propósitos y donde se respira mucho amor hacia todos los que la formamos. Y tengan en cuenta que Vds. también forman parte de ella. ¡Cómo no la van a formar si compartamos el mismo objetivo: nuestros chicos y chicas de la Casa Grande!. Ellos son nuestro motor y nuestro mayor trofeo.
Por todos los miles de chicos que han pasado por esta casa ha merecido la pena trabajar y continuaremos haciéndolo porque este proyecto humano y solidario, que se conoce como la Casa Grande de Martiherrero, lo merece y lo vale.
Hoy más que nunca Santa Teresa de Martiherrero, la Casa Grande, necesita hacer historia y gritar a los cuatro vientos que está viva desde hace exactamente 50 años. Es cierto que a lo largo de su historia la han herido algunas veces, pero es fuerte como todos los gigantes y tiene cimientos duros, capaces de soportar lágrimas y melancolía.
Mientras la sociedad nos necesite y mientras Vds. quieran, esta fundación de la Diócesis de Ávila seguirá a su servicio. Fue la primera en vislumbrar la necesidad y es de justicia reconocerlo. Los documentos históricos lo atestiguan y la sociedad abulense debiera reconocerlo por respeto a los fundadores y, sobre todo, por cariño a los miles de personas educadas en esta casa.
Señores y señoras entre 1965 y 2015 solo han pasado 50 años. Las personas pasamos, pero esta Institución que en 1965 abrió una ventana y que hoy tiene muchas puertas, permanecerá unida para siempre a la sociedad abulense. Este es su honor y orgullo.

lunes, 15 de junio de 2015

Homenaje de las familias a la Casa Grande de Martiherrero

"Buenos días a todos:
Ante todo deciros que entre todas las familias que nos une a este centro, hemos preparado con mucho cariño este acto-homenaje que os queremos rendir a todos los trabajadores de este centro y que empiezo expresando con las siguientes palabras:

Olé, olé, olé, tres veces olé. Vivan los pueblos y gentes que saben ganarle a este mundo mil bellas sonrisas y construir una vida en justicia y en paz. (Mari Trini)
En esta fiesta de la Casa Grande de Martiherrero en la que conmemoramos también su cincuenta aniversario, como testigo directo desde sus comienzos, estos versos de la cantautora Mari Trini hacen mías las palabras que en este momento surgen en mi mente y que hacen suyas las familias aquí presentes:

- Tres veces olé por aquellas personas que, en su día, iniciaron y apostaron por este proyecto qye a día de hoy se mantiene vivo.
- Tres veces olé también por las religiosas que comenzaron esta gran aventura con gran fe y esperanza.
- Tres veces olé por todos los que han dirigido a los largo de estos 50 años y los que dirigen en la actualidad esta institución superando los problemas, a veces muy difíciles, con los que se encontraron y se encuentran.
- Tres veces olé por todo el equipo técnico - médicos, enfermeras, psicólogos, asistentes sociales, administrativos - que con sus conocimientos ayudaron y ayudan favoreciendo siempre el buen desarrollo y gestión del centro.
- Tres veces olé por todos los monitores y monitoras que con su cariño y vocación de servicio comunicaron y comunican la alegría a los niños y niñas que un día les confiamos.
- Tres veces olé por todos y todas que ofrecieron y ofrecen actividades de teatro, deportes, excursiones culturales, demostrándonos que los niños y niñas aquí residentes nos pueden dar lecciones de amor por la vida.
- Tres veces olé por toda la buena gente que, desde los servicios, hicieron y hacen posible que tengamos comida todos los días, la casa esté tan limpia y acogedora, los jardines tan cuidados, el transporte a punto... y un sinfín de cosas más.
- Tres veces olé por la gente que utilizando las nuevas tecnologías hacen porsible que la finalidad de esta Casa Grande llegue a lugares a veces muy lejanos y se dé a conocer la obra que aquí se realiza.

A todos ¡muchas gracias! ¡Que Dios os bendiga!

Esta placa en homenaje a todos vosotros, trabajadores del Centro de Educación Especial Santa Teresa, hoy la Casa Grande de Martiherrero, porque ¡os lo merecéis!"

domingo, 14 de junio de 2015

¡50 años en familia!

Jueves 11 de junio, la Casa Grande de Martiherrero ha demostrado ser más grande que nunca y acoger y abrazar a todas las personas que la arropan y la quieren.
El día amaneció triste y lloroso, lleno de nubes y cayendo agua como si no hubiera caido nunca. Hubo truenos, relámpagos y charcos y más charcos. Pero sobre todo hubo más de 400 personas reunidas bajo un mismo lema y con una única intención y un solo deseo: "recordar lo vivido durante 50 extensos años".
Estaban todos, no faltaba nadie ni nada: los chicos, los trabajadores, las familias, asociaciones y, sobre todo, el recuerdo, pero este ultimo con mayúsculas.
El recuerdo de un pensamiento que primero fue un imposible, luego un sueño y más tarde la tarea más sublime y maravillosa que hicieron realidad tres hombres y una mujer: el sacerdote de Cáritas D. Bernardo Herráez, D. Alfredo Abella, siempre acompañado de su esposa Dña. Carmen Santacana y que era sus ojos y sus manos, y por último, el abogado D. José Santacana.
Estaban como siempre los anfitriones de la Casa, los chicos. Sin ellos esto no existiría. Y estaban más felices que nunca porque ese día también hacen realidad su sueño: reúnen y juntan a sus dos familias y, los que ya no tienen a la suya propia, se abrazan con todas las demás porque también las consideran suyas. Para ellos no importan los apellidos, solo cuentan los afectos y los abrazos sinceros.
Gracias a todos los trabajadores de la Casa Grande porque siempre estáis ahí, donde toca pero, sobre todo, donde queréis estar.
¡Qué paliza nos pegamos el jueves! Pero sabíamos que tenía que ser así. Siempre que hay un plan A, tiene que haber un plan B, pero es raro que también tenga que haber uno que sea C. ¡Y nos tocaron todos! Pero fuimos muchos, como siempre, o quizás más que siempre.
Gente de fuera llamó para ver si se suspendía todo el acto o que pasaba, porque nuestros jardines parecían una balsa y nuestros árboles barcas... pero no estaba nada a la deriva, alguien los manejaba y no era una persona, sino cientos de ellas que se empeñaron en cambiar las lágrimas de los árboles por sonrisas, que demostraron que cuando se quiere se puede y se consigue.
Y así fue y así ocurrió:
Primero nos reunimos entorno a una eucaristía en un lugar bastante emblemático de esta Casa: las galerías de las aulas. ¡Qué emocionante el coro y sobre todo David con su Ave María! Y después varios actos en el salón polivalente. Había que enseñar a las familias todo lo que hacéis chicos, como sois y hacia donde vamos.
Y ahora toca hablar de ustedes, sus familias. Gracias por estar aquí, gracias por esa placa tan maravillosa que desde el día 11 y para siempre estará en ese lugar destacado como símbolo de reconocimiento y de unión entre la Casa Grande y las familias. Siempre estuvo claro lo que queríamos simbolizar y parece ser que ustedes también: "la Casa Grande de Martiherrero, 50 años en familia".
Gracias por confiar en nosotros aún cuando los vientos no fueran en nuestro favor, gracias por confiarnos el tesoro más grande que tienen: sus hijos.
Gracias por perdonarnos nuestros fallos, gracias por saber de vez en cuando valorar nuestras cosas bien hechas.
Gracias por tenernos un poquito de afecto y por admirar nuestra labor.
Yo solo les pediría una cosa: confíen en la casa Grande y en todo lo que hay dentro de ella. Presuman de ello y siéntanse orgullosos de pertenecer a una institución que solo busca "servir a los demás". Ustedes más que nadie pueden y deben ser nuestros mensajeros y portavoces. ¡Ah! No lo hagan por nosotros sino por ustedes mismos. Esto es lo más importante.
Y así fue pasando el día y comimos todos juntos, más que nunca, en el interior de la Casa Grande. ¡Menos mal que es muy muy grande! Y hubo risas, charlas y una larga sobremesa.
Y dejó de llorar el día y más de 400 sonrisas consiguieron que saliera el sol, tímido pero salió. Y a partir de ahí todo estuvo lleno de movimiento, baile y canticos. Y llegaron los dulzaineros de Carbonero el Mayor porque una madre, Rosa, lo facilitó. Y se rifaron regalos que algunos padres consiguieron para este evento.
¡Resultó cuanto menos curioso ver a las familias ocupando los sitios de los chicos en los comedores! Por un día les dejaron experimentar las sensaciones que tienen ellos en ese lugar todos los días.
Y después llegó la orquesta, la de siempre, la que nos acompaña todos los años y la que no podía faltar en el 50 aniversario. Gracias Luis Campillo porque siempre que te buscamos te encontramos y siempre con tu lado generoso y solidario.
Y bailamos, danzamos y jugamos. Y allí estabamos todos, pero cuando digo todos, es todos... los que están contentos, los que están tristes, las penas y las alegrías todas juntas. Porque es cierto que entre tantas personas, los estados de ánimo varían mucho y las situaciones personales mucho más aún.
Por eso, gracias de corazón a todos los que quisieron estar en un lugar mágico en un día maravilloso y en donde muchos casi tocaron el cielo con las manos y todo porque tres visionarios, hace 50 años, inventaron un lugar conocido como la Casa Grande de Martiherrero, con las finalidad de servir a los demás.

martes, 9 de junio de 2015

A pesar de tu discrección tu marcha deja huella

Candelas, te has ido sin avisar, así de repente, cuando no lo esperábamos. Pero así es la vida y así la tenemos que entender.
La más débil de los tres, la que pasaba por la vida sin pisar a nadie, de carácter emotivo, sencillo y afectuoso.
Pienso que te sentías protegida por tus hermanos y, sobre todo, querida por todos los que estamos aquí. Esta ha sido tu casa durante muchos, muchos años, aquí se queda tu gente, tu familia de la Casa Grande, la que te ha acompañado hasta el final.
Viviste 49 años, una vida de silencios y con algunos espacios vacíos que nadie ha podido adentrarse en ellos. Tus pensamientos han sido un misterio, tus afectos se notaban y tus hechos eran delicados y frágiles. Hablabas lo justo y de vez en cuando fluía de tus labios una frase: "mamá a casa". Eso si lo entendíamos Candelas, ese debía de ser tu sueño, pero nunca llegó. Así es la vida y la tuya no ha sido nada fácil.
Te cobijó la Casa Grande, te dieron calor sus muros, te quisieron tus hermanos y tus compañeros y, sobre todo, te mimaron y protegieron todos los trabajadores de esta Casa.
Te lloramos todos juntos y nos consolamos unos a otros y te echaremos de menos. Y aquí se queda tu ausencia. Y tu ya estás arriba, con los "otros", con tus "compis" que ya se fueron y que te habrán recibido con una sonrisa suave como la tuya.
Ojalá te hayan cogido de tus manos y aunque sea gritando como hacían Vito y Olga, te hayan dicho bajo la mirada atenta de Eva y Carmen: "ven Candelitas que vamos a jugar a mirar lo que hacen allí abajo, en la Casa Grande, en nuestra casa".
Te has ido en plenas celebraciones, así que te vamos a tener muy presente en todas ellas. Tu vida, que ha sido tan silenciosa, no tiene nada que ver con tu muerte que quedará unida para siempre a los 50 años de la Casa Grande de Martiherrero.
Adios bonita, adios bonita.

domingo, 7 de junio de 2015

Los caminantes de la Casa Grande hacen camino al andar

Partisteis el lunes desde la Iglesia de la Santa y os despidió Don Jesús, el Obispo de Ávila, vuestro obispo, como decís vosotros, al que contáis vuestras cosas sin utilizar mucho protocolo, o mejor dicho ninguno. Hay respeto en el trato pero, sobre todo, hay muchísimo cariño porque siempre que le necesitáis está a vuestro lado.
Os vimos partir ligeros de equipaje, con vuestros chalecos luminosos y también identificativos, ¡la Casa Grande en movimiento!
Siempre que se empieza algo y es algo nuevo, pueden aparecer piedras al comienzo del camino y, eso, sin querer hace que nazca un gusanito de pesimismo o de desesperanza. La preocupación y la incertidumbre es algo que va por libre y contra lo que es complicado pelear.
Ahora bien, es cierto que nos tenéis mal acostumbrados, porque todo lo que emprendéis sale bien y siempre estáis a la altura de las circunstancias. Por donde van vuestros pasos vais dejando huella, aquella que marca una senda que nunca se ha de volver a pisar. Otros harán otras marcas, pero las vuestras son las primeras y solo de vosotros.
Ser los primeros en llevar a cabo una acción, siempre marca la diferencia, tanto si es positiva como negativa, si es triste como alegre. Y vosotros lo estáis haciendo muy bien.
Con acciones como la que estáis llevando a cabo aseguráis un poco más vuestra integración a la vida comunitaria de toda la sociedad.
Golpe a golpe, verso a verso,
golpe a golpe, verso a verso.
Así es como dice este poema de Machado, así es como se consiguen las cosas. Esfuerzo, tesón, sacrificio, unidos a sueños, utopías...
Vosotros muchas veces conseguís que estos dos mundos se junten y nos dais lecciones de humanidad y mucha sabiduría. ¡Ojalá nunca perdáis esta mezcla, ese es vuestro encanto!
Y así llegasteis a vuestra meta, a Alba de Tormes, y el sueño se hizo realidad. ¡Sois muy fuertes! Mucho más que muchas personas que presumen de serlo. Lo que ocurre es que vosotros no lo decís, a veces hasta ni pensáis que tenéis esa gran capacidad.
En Alba visteis y conocisteis algo que también os cautivó: "Las Edades del Hombre" y... ¡os gustó!. Porque también sabéis apreciar lo importante y admirar lo bello.
Y de nuevo el regreso a casa, a vuestra casa, pero con la satisfacción del deber cumplido, de haber alcanzado un nuevo objetivo y también de haber conseguido un nuevo trofeo que además tiene mucho valor; "otra vez he sido capaz de... valgo para hacer muchas cosas, y así sigo demostrando a la sociedad donde quiero estar y como me tienen que ver".
Hala chicos, ahora toca descansar en casa, pero nunca dejéis de caminar porque se hace camino al andar... y vosotros ya lo habéis hecho.