Otro año más la gran pradera
de esta Casa ha sido testigo del encuentro que año tras año llevamos a cabo con
todas aquellas personas que deciden pasar unas horas en este lugar. Es un
evento para estar juntos, es un día en el que buscamos que todas las familias
de nuestros chicos cambien impresiones entre ellas y convivan tratando de
buscar soluciones a problemas muy parecidos que todos ellos conocen bien.
Pienso que es un buen momento para que intercambien experiencias y se ayuden
unos a otros utilizando la generosidad y la empatía como valores para lograrlo.
Los mayores beneficiados serán sus hijos o hermanos que en definitiva son los
que a nosotros más nos interesan porque ellos son nuestros chicos y chicas, los
auténticos protagonistas del proyecto de esta Casa.
Sé que nuestros chicos y
chicas lo han pasado bien. Les gusta este día porque juntan a sus dos familias,
a la vez que también demuestran a los asistentes todo lo que saben hacer porque
han conseguido aprenderlo a base de mucho esfuerzo y muy buena actitud. Eso sí,
alguno que otro está triste porque sus familiares no vienen, ni han venido
nunca, pero ni aun así se acostumbran a esta situación. Un año puede ocurrir
que no se pueda, pero todos… algo falla. Hay actos sociales a los que nunca se
falta: bautizos, bodas, comuniones, cumpleaños, fiestas familiares. Hacemos lo
posible y lo imposible para no faltar a eso que llamamos actos sociales.
Alguien debería preguntarse que es lo que se está haciendo mal. Simplemente es
cuestión de prioridades. ¿es pedir mucho hacer algo una vez al año?...
Hoy vuelvo a repetir lo
mismo que ya dije a las familias: es muy lícito exigir inclusión, es de
justicia que reclamen ayudas lógicas a la Administración, pero también es de
conciencia moral y ética, además de su responsabilidad, que respeten los
derechos de sus familiares con discapacidad intelectual. Nosotros somos su
entorno más próximo pero las familias son su origen y su pilar más antiguo
formado a base de cariño y de respeto. Son dos cualidades qué si se gestionaran
adecuadamente, llevaría a todos a volar hacia la libertad. Esta es la
obligación de las familias, mientras que la nuestra es continuar creyendo en
las capacidades de todos nuestros chicos pero, sobre todo, seguir confiando en
la actitud que tienen ante la vida.
Este año en este día tan
especial hemos querido llevar a cabo un acto muy entrañable y mágico: rendir un
homenaje a nuestro obispo: D. Jesús García Burillo. ¡Un auténtico embajador
para esta Casa! La persona que más nos ha ayudado porque es un buen pastor y
además cree mucho en la justicia social. Con D. Jesús institucionalizamos este
día hace ya 14 años. Siempre hemos sentido su proximidad y su afecto. Él sabe
estar al lado de las personas sin importarle ni cargos ni títulos, no en vano
tiene dos cualidades que le caracterizan: la humildad y el saber escuchar.
Siempre diré que nuestros
chicos pasaron de besarle el anillo a rodearle con abrazos y, lo mejor de todo,
a recibir los suyos, los de D. Jesús. Hoy y siempre habla con ellos de sus
problemas, sus inquietudes y de su forma de vida. Ya en nuestro encuentro con
el Papa Francisco en el Vaticano conocimos a una persona con tanta grandeza y
tan llena de humanidad, que anula por completo a la figura del obispo.
Hasta en este homenaje Ud,
D. Jesús, ha querido estar junto a los chicos cantando una canción con el Coro
de la Casa Grande y además, disfrutando del momento. Jamás un obispo ha estado
tan unido a estos chicos ni tan cerca de esta Casa.
No quiero ni puedo olvidarme
de la visita inesperada y tan llena de sorpresa que hemos tenido en este día,
D. José Luís Retana. Hace un año era impensable que volviera en este día pero
las cosas ocurren porque la magia existe. Ha sido bonito y emocionante volver a
tenerte aquí entre nosotros, en la Casa Grande. Tu casa y junto a los chicos.
¡Te quieren mucho! Tú a ellos también y hoy se ha notado. Gracias por estar,
que no por volver, porque aún no te has ido de sus vidas ni ellos (estoy
convencida) de la tuya.
Ha sido un día estupendo,
hasta el sol nos ha acompañado. Han estado muchos amigos, de todo tipo, da
igual su status o procedencia. Lo importante es que estaban aquí, a nuestro
lado. Es cierto que han faltado algunos, aunque ha sido por motivos más que
justificados. No estaban de manera visible pero si lo han hecho a través de su
palabra y de su cariño sincero.
Así pasó otro año más el día
de la Casa Grande. No buscamos reconocimientos en este acto, sólo tratamos de
juntar a personas que queremos, nos quieren, se tienen afecto entre ellos,
creen en lo que hacemos y, sobre todo, todos buscamos lo mejor para los chicos
y chicas de esta Casa y siempre desde el respeto y con dignidad. Ellos son los
auténticos anfitriones y los mejores protagonistas.
El año que viene, otra
vez más…..volveremos a estar juntos.