domingo, 3 de diciembre de 2017

III ACTO DE NOMBRAMIENTO DE EMBAJADORES DE LA CASA GRANDE DE MARTIHERRERO

Un año más estamos aquí para nombrar a nuevos embajadores de la Casa Grande, para nombrar a personas que con su trabajo y su compromiso son portadores de valores a los que, en última instancia, aspiramos todos a que nos definan como personas.
Podría decir que es un acontecimiento que ya está institucionalizado, algo que cuando llega noviembre ya se espera y también me atrevería a decir que, a partir de este año, se esperará más, puesto que este III Acto ha puesto el listón muy alto. Ha sido dinámico, armonioso, lleno de actividad, llevado a cabo con mucho sentimiento, lleno de dulzura y muchísimas dosis de humanidad y, por último, diría que desarrollado con una exquisita y elegante profesionalidad. Ha durado una hora, exactamente 60 minutos, pero nadie, absolutamente nadie, es capaz de imaginar todo el trabajo que se lleva a cabo para desarrollar 60 minutos por, para y con la Casa Grande. ¡Hace tantos meses que comenzó a fraguarse esta maravillosa historia!
Lo mejor de todo es que desde el minuto uno la Casa Grande cuenta con personas solidarias, pero con una solidaridad exagerada y llena de ternura. S curioso hacer un acto para nombrar embajadores que tienen un carácter solidario y que este acto se pueda desarrollar porque hay muchas personas entorno a la Casa Grande que están entregadas en cuerpo y alma a esta Institución.
Conseguir realizarlo en el Palacio de Congresos y Exposiciones “Lienzo Norte” de Ávila solo es posible gracias a D. Gonzalo Súnico, que se sigue olvidando de resultados económicos. Además, está siempre abierto y con una sonrisa a dejarnos invadir sus espacios, en definitiva, su Casa, para que ensayen las horas que hagan falta.
Ahora bien, si hay alguien que es el alma de este acto y este año más que nunca, es Esther Martín (me da igual que no le guste que escriba esto). Siempre diré que es una excelente profesional, es más, puedo afirmar, y así lo hago, que lo mejor que le ha pasado a la Casa Grande en estos últimos años se llama: “binomio Esther Martín y VIDICAM”. ¡Son tan maravillosamente extraordinarios y conocen tan a fondo los entresijos de esta Casa…!
Es un auténtico lujo tener a estos profesionales tan entregados a esta causa, pero de verdad que es un verdadero privilegio sentir tan cerca el cariño sincero de Esther, Jesús, Margarita y Borja. Si a este cuarteto añadimos a la mujer más anónima, a la que mejor narra las historias, a la que nos introduce en sus argumentos, a la que es toda sabiduría y talento teatral… es decir, a Pilar Rodríguez, pues se forma un excelente quinteto capaz de revolucionarlo todo y de llevar a cabo una gala como la que ha salido este año: un auténtico espectáculo lleno de magia, misterio, luz, sonido, en el que los sentimientos han estado a flor de piel a través de la búsqueda de ángeles que se han conocido un poco más en el reflejo que de ellos han hecho las cámaras de VIDICAM.
De verdad que a estas 5 personas no me sale darles las gracias porque son tan de la Casa… pero si debo y quiero hacerles este reconocimiento a nivel profesional. Por su altruismo no les voy a dar las gracias, pero por su profesionalidad tengo que decir que son dignos de admiración. Los ángeles de la Casa Grande han conseguido el milagro de juntarlos para beneficio de estos ángeles terrenales y sin alas.
Mi gratitud más sincera a Alquimia Estudios S. L. por su generosidad. Mi admiración más profunda a Rodrigo, ese presentador extraordinario, que se metió al público en el bolsillo desde el minuto cero. Mil gracias a todos los “chicos de Pilar Rodríguez”, a estos jóvenes estudiantes que han querido ayudarnos aun estando en plenos exámenes. Sé que tenéis una actitud solidaria que emana de vuestro corazón, ¡gracias chicos! Al equipo de Marca de la Casa Grande, ya sabéis lo que pienso de vosotros. Gracias por vuestra generosidad y profesionalidad. Maite y María, María y Maite… ¡Cuánto ingenio tenéis y qué bien lo hacéis!
Pues bien… gracias a todo lo anteriormente dicho es por lo que se ha podido hacer esta Gala en la que se han puesto de manifiesto las cualidades de cuatro nuevos embajadores.
Mª Ángeles Álvarez, Fernando López del Barrio, Arturo Mancebo y Mª Rosario Sáez Yuguero.
La función de un embajador es clave dentro de las organizaciones, es aquella persona voluntaria que lleva las experiencias de sus acciones con las personas más vulneradas hacia sus círculos más cercanos, como son la familia, amigos, conocidos… y de esta forma esos círculos pueden ser invitados a ser parte de dichas entidades.
Estos embajadores toman este reto con mucha responsabilidad, ilusión y fuerza. Lo demuestran con su actitud en el día a día. Hay personas que a pesar de los problemas que vive el mundo, siguen teniendo esperanza en el futuro y avanzan por el camino del diálogo porque creen en la concordia, la justicia y la paz y además piensan que la vida digna y la solidaridad sean la norma para todos.
Nuestros embajadores son personas que tienen que alzar su voz con valentía y responsabilidad para proteger a los más débiles, los desfavorecidos, en definitiva, a los más vulnerables.
Tienen que tener una actitud de servicio a los demás y llevarlo a cabo tanto con cosas pequeñas o grandes, en público o en privado. Siempre está motivada por afecto y se le hace desde la gratitud. Además, tienen que tener por lema y por bandera la solidaridad que bien sabemos que es un valor social que nunca caduca. Esta palabra a veces da miedo, pero hoy más que nunca debemos y tenemos que “educarnos en solidaridad”. Hay que crear una mentalidad que nos haga pensar en una pluralidad de manera colectiva y siempre en segunda persona. Los chicos de la Casa Grande saben mucho de colectividad, conocen bien lo que es ser segunda persona porque casi nunca en su vida les han dejado ser “yo” en primera persona.
Pues todo esto es lo que tienen encomendado nuestros embajadores, y ya son 12, como verán, un número muy importante y redondo.
Gracias a todos por lo que hacéis, por vuestro compromiso, lealtad, cariño sincero, por pensar en la Casa Grande y por sentir en vuestro camino a los que menos tienen. Miles de gracias por todo lo que vais a hacer, por vuestra ilusión, por dedicar tiempo a esta Casa y porque sé que lo hacéis aun a costa de quitárselo a los vuestros. Os pido que no desfallezcáis en vuestro empeño de hacer felices dándoles más calidad de vida a “vuestros ángeles” de esta Casa Grande que es un poco vuestra y a la cual pertenecéis.

¡Bienvenidos a sus vidas! GRACIAS