jueves, 4 de junio de 2020

HOLA Y........... HASTA SIEMPRE


Escribir el principio de una historia pienso que es más fácil que lo que yo me propongo hacer en este momento: escribir el final. Cuando se empieza algo, sea de la índole que sea, hay miedos, incertidumbres, y a la vez mucha ilusión, ganas de cambiarlo todo, mucha fuerza, es más fácil actuar con objetividad, llegas a los sitios sin estar contaminado de vicios o malos hábitos.

Han pasado veinte años desde que descubrí al entonces conocido como Centro de Martiherrero. ¡Qué lejos quedan y, por otra parte, qué cerca están estos días en los que toca hacer recuento! Cambié la Historia y la Geografía por algo muy desconocido para mí: la discapacidad intelectual. Rápidamente cambié la enseñanza a personas consideradas “normales” para dedicarme de lleno a los que nunca podrían aprender la lista de los reyes godos ni tampoco los ríos de España. Lo que sí podrían aprender es a ser personas de pleno derecho, visibles. También podían optar a obtener ciertas garantías de valerse por sí mismas. En definitiva, mis dudas se convirtieron en fuertes convicciones y rápidamente decidí que Martiherrero sería mi sitio para ayudar a los más vulnerables, aprender de ellos y para hacerme mejor persona.

Y aquí estoy con veinte años más, algunas arrugas, más kilos, algunas o muchas canas y también con menos salud. A cambio de todo esto estoy llena de besos, abrazos de “mis chicos” y tranquila y en paz conmigo misma como consecuencia de haberlo dado todo (incluso más de lo que podía) para poder beneficiar a los chicos, profesionales, familias y a la propia Institución diocesana a la que he representado.

Los primeros años fueron muy duros, llenos de tensiones y desencuentros. Lo pasé mal, pero me demostré a mí misma lo fuerte que puedo ser cuando se convive con la injusticia y las deslealtades. Trabajar por las causas imposibles es una debilidad que tengo y hasta puede que sea un defecto, pero en la vida hay que moverse y hacer cosas, aunque sea para equivocarte. ¡También es verdad que la mayor equivocación es no hacer nada!

He trabajado en esta Casa para defender lo que creía y creo que hay que hacer para dar calidad de vida y visibilidad a las personas con discapacidad intelectual, a “mis chicos”.

También durante estos veinte años he buscado día a día la mejor forma de caminar junto a todos los profesionales, utilizando como herramientas la verdad, respeto diálogo, justicia, lealtad, solidaridad y mucho... la EMPATÍA

Y, por supuesto, también he querido estar con las familias, comprender sus situaciones, a veces sus desamparos y hasta sus enfados. Todo mi respeto y afecto para ellas.

Ahora, cuando rememoro todo el pasado, me doy cuenta de que fueron años de largos silencios, de remar mucho y con muchos trabajadores en la misma y única dirección: nuestros chicos y su calidad de vida. Fue una época de sacrificios, renuncias, de caer muchas veces y también de levantarse con ilusión y entrega. Tengo que hacer una mención especial a una mujer muy callada, gran observadora y, sobre todo, muy trabajadora que desde el principio me siguió como si fuera mi sombra: María Teresa Vega ¡Cuánto hemos pasado juntas y que gran aliada has sido! Tu y yo sabemos que ha merecido la pena. Gracias infinitas y desde el corazón.

Así han pasado días, meses y años hasta que Martiherrero se convirtió para la sociedad abulense en lo que siempre tuvo que ser: una Casa Grande llena de personas a las que la vida les quitó mucho, a veces hasta su propia identidad. He dicho siempre que son los que nunca piensan en primera persona, siempre han sido los segundos y... lo saben y no protestan y, además, no renuncian a su sonrisa. Solo buscan cariño, visibilidad (da igual en la fila que estén o les pongan), quieren tiempo ilimitado para aprender y así poder demostrar sus habilidades y lo que son capaces de hacer. A cambio de todo esto dan ternura, tienen actitudes ante la vida que humanizan y exteriorizan sentimientos a veces simples pero que realmente son los que nos hacen mejores personas, más libres de ataduras y nos dan paz.

Tuvieron que llegar los cincuenta años de esta Institución para tener el reconocimiento social que se merecía y también para que se vieran los resultados de quince años de trabajo llevados a cabo por los casi cien profesionales de esta Casa.

La empresa VIDICAM (nuestros amigos) nos ayudó y también a través de ellos apareció en esta Casa una persona que con su actividad convulsionaron de nuevo los cimientos de esta entidad. Salió a la luz el trabajo de muchos años y la sociedad descubrió lo que había detrás de los árboles de esta Casa. Gracias Esther Martín.

Fue en ese momento, y no en otro, cuando decidí empezar este blog como un desahogo, una ventana abierta al mundo desde este recinto. Empecé preguntando: ”¿Hay alguien ahí?”

Hoy sé que si había personas que, por curiosidad, interés personal o... ¡vete a saber por qué!, se preocupaban de esta Casa; puede que alguna lo haya hecho hasta para reírse o buscar cosas donde no las había. En fin..., por lo que sean, nos han seguido. ¡Espero haber satisfecho los objetivos que perseguía cada persona con su seguimiento!

A veces ha sido difícil exteriorizar, a través de esta ventana, lo que nos pasaba, pero, aun así, he sido fiel a la verdad y a la trasparencia, y todo llevado a cabo con rigor y objetividad. También es cierto que me llevo muchas cosas guardadas dentro de mí. Es verdad que tardé mucho en entender a determinadas personas que me han acompañado desde todos los estamentos sociales, es verdad que me he rebelado mucho ante actitudes incomprensibles y no es menos verdad que me voy sin comprender cosas que me hicieron daño en su momento, me revolvieron por dentro y que, al final, me enseñaron y demostraron lo primario que puede llegar a ser el ser humano. También es verdad que, aun así, he procurado estar cerca de todas las personas, de sus acciones, sus problemas, sus triunfos y, por qué no decirlo, he estado cerca de los que sabía que me estaban engañando.

Llega el momento final de mi vida laboral. Espero tener tranquilidad y paz para poder “VIVIR” y disfrutar de mi familia. Han sido veinte años intensos y extensos a lo largo de los cuales tres obispos, D. Jesús García Burillo, D. José Luis Retana y D. José María Gil Tamayo, depositaron su confianza en mí, dejándome desarrollar y llevar a cabo acciones que beneficiaron a esta Institución. Siempre tuve presente lo que me pidieron, aunque haya costado mucho esfuerzo llevarlo a cabo y también con momentos de silencios y llenos de soledad. También quiero recordar con afecto a D. Isidoro García, sacerdote que dirigió durante muchos años esta entidad, que me recibió en el año 2000 con mucho entusiasmo. La historia es la que se encarga de poner las cosas en su sitio, pero tiene que ser pasado un tiempo y, así, poder hacerlo con objetividad. Fue importante conocerle. Mi lealtad y honestidad para con todos ellos y lo que representan ha sido total y absoluta, por eso me voy con la cabeza muy alta y la conciencia muy tranquila.

Este blog, como os he dicho, nació para informar y, sobre todo, para que quien lo leyera manifestara su respeto, no a Pura Alarcón, eso es lo menos importante, respeto a los profesionales de esta Casa, a su labor y a su entrega. Sé que todos ellos no hacen lo mismo (lo sé de sobra) a nivel profesional, pero sí sé cómo es su actitud responsable y entregada cuando se trata de actuar con los chicos y chicas que viven aquí. Solo por esto surgió este blog, y volvería a hacerlo otra vez.

Ahora bien, llegó el momento de irme y conmigo se va este blog. Lo cierro y así permanecerá para siempre. Es mi derecho y, además, mi obligación. Gracias a todos los blogueros que han estado al otro lado de esta ventana. Probablemente algunos, o muchos, no hayamos estado juntos físicamente nunca, pero yo sí he sentido en algún momento su afecto y por eso: gracias infinitas.

Dicen que la distancia es el olvido, pero tranquilos, a mí eso no me ocurrirá mientras mi cabeza esté bien. Esta Casa une y crea lazos indisolubles. Cuando se tienen vivencias fuertes y grandes, nunca se puede olvidar porque, entre otras cosas, yo no voy a querer que suceda.

Un fuerte abrazo
PURA ALARCÓN

miércoles, 18 de marzo de 2020

HOLA: ¿estáis ahí, verdad? GRACIAS


Hoy quiero y necesito pensar en vosotros... ¿quiénes? Nuestras familias, nuestros amigos y también en todos aquellos que han escuchado hablar de esta Casa Grande de Martieherrero. Hemos escuchado que la vida puede cambiar en un momento y esto pasaba por nuestra mente como otra de tantas frases hechas, hasta que de verdad pasa y ... ¡ZAS! Esas letras que forman esa frase se colocan en nuestro cerebro y lo abarcan todo. Hace solo dos semanas nuestras vidas transcurrían como siempre hemos creído, por la senda que nosotros marcábamos. ¡Craso error! Todos estábamos equivocados; un virus llamado Covid19 nos lo ha dejado muy claro y nos ha devuelto a la realidad, dando la vuelta a nuestras vidas y poniéndonosla “patas arriba”.
Todos estamos recluidos, refugiados mucho tiempo en nuestras casas, menos eufóricos y más pensativos, con mucho tiempo para reflexionar sobre el pasado, presente y futuro. Algunos estamos acompañados, aunque no por todas las personas que quisiéramos. Otros están solos físicamente, pero gracias a las tecnologías actuales pueden mitigar ese sentimiento de soledad. Hoy se echan de menos los abrazos, besos, caricias..., en definitiva el contacto físico, todos esos signos y actitudes que los teníamos “per se”, o por sí mismo.
En esta sociedad hay jubilados, parados, estudiantes, enfermos y personas que trabajan, que están en activo. Es cierto que hay muchos que pueden hacer el tan llamado “teletrabajo”, pero es más verdad que la gran mayoría tiene que acudir a sus empresas y estar allí físicamente como ocurre con los profesionales de la Casa Grande. Pues bien, ante esta situación que nos ha invadido está nuestra Casa y dentro de ella nuestros chicos. Si es complicado aceptar esta realidad a las personas que se consideran “normales”, os preguntareis que será difícil convencer de la nueva vida a estas personas. Mi respuesta es NO. Lo que ha sido difícil es organizar una Casa tan Grande para que no haya caos y para marcar nuevas pautas en tan poco tiempo.
No quiero, ni voy a hacerlo, negar que la Casa Grande también está tocada por el coronavirus. Lo fácil sería decir que estamos bien y que no pasa nada. La transparencia nos caracteriza en nuestro día a día y por eso digo que estamos haciendo un trabajo exhaustivo pero muy profesional y con muchas, muchas dificultades y limitaciones. Cuando te rodea la adversidad es cuando más aflora “lo bueno” de las personas. Somos una plantilla grande, muy grande, de la cual siempre ha estado contenta esta dirección. Sé que tienen profesionalidad pero lo que siempre encontré, y sigo encontrando, en la inmensa mayoría de ellos, es una actitud positiva y voluntaria ante todo tipo de situaciones que se presentan y que pudieran restar cosas básicas de la vida de nuestros chicos. Tener este tipo de plantilla de trabajadores en una empresa es lo que más vale y lo que de verdad la resalta y dignifica dentro de una sociedad. Contar con profesionales que se esfuerzan y salen de su zona de confort para que “sus chicos” noten poco este mal momento, dice “todo” de cómo son como personas. Nuestros chicos están con quien mejor podían estar, con los que mejor les conocen y con personas que les quieren tanto..., que aunque ahora no haya besos ni abrazos, solo con la mirada intercambiada, sienten ese cariño que va más allá del roce físico. Por todo ello... GRACIAS. A mí y al equipo que me acompaña nos lo ponéis más fácil. Sé que mi vuelta no ha sido como la esperaba, pero diré siempre que por mis chicos y por vosotros ha merecido la pena, aunque esté siendo duro.
En cuanto a las personas que viven en esta Casa, podría decir tantas cosas que me faltaría tiempo. ¡Cuántas lecciones de vida dan! Cuando esta sociedad vivía bien, sin grandes esfuerzos, sin valorar la disciplina, sin soñar con la normalidad de vida porque eso creíamos que era algo que nos pertenecía por derecho, cuando casi nadie se acordaba y mucho menos ponía en valor a las personas con poca visibilidad, como son las que tienen discapacidad intelectual, cuando todo esto ocurría..., las personas que viven en esta Casa Grande, su casa, ya conocían las palabras adversidad, soledad, disciplina, esfuerzo, monotonía, dolor, generosidad, solidaridad, empatía, obedecer, empezar de nuevo..., sobre todo valoraban la palabra “nosotros”, dejando a un lado la palabra “yo”. Puede decir que ahora, en estos momentos nos han adelantado y nos están dando una lección. Los jóvenes y adolescentes añoran salidas a la calle, nuestros chicos están donde les dicen sin protestar, aunque aún se les quiten más cosas y más salidas de las pocas que ya tenían. ¡No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita!
Es cierto que a algunos no les acompaña la salud, pero hasta en esa situación saben llevar con dignidad y hasta con una sonrisa de gratitud por cuidarles. No lo pasan mal por ellos, sino por sus compañeros, por sus cuidadores, por los profesionales de esta Casa y por sus familias. ¿Están asustados? NO. Están expectantes, saben lo que pasa y a lo que nos enfrentamos y, por eso, algunos de ellos preguntan y quieren saber cómo pueden ayudar.
Los chicos estos días están participando en numerosos actividades de ocio que ayudan a un buen ambiente entre todos. También están solidarizandose, como el resto de los españoles, con dibujos, videos y acciones de motivación y agradecimiento. ¡Son muy grandes y unas personas muy especiales!
A los familiares y amigos de nuestros chicos solo os puedo decir que ahora más que nunca tenéis que demostrarnos vuestra confianza en todos nosotros y en esta institución. Os pido que vayáis de frente con nosotros, sin dobleces y en la misma línea; ahora más que nunca debemos caminar juntos, tenemos un objetivo común: nuestros chicos que son vuestros chicos. Tened claro que están con los mejores profesionales y que siguen viviendo en su “Casa”, en la de siempre. Para los chicos que están con vosotros desde hace unos días, les mandamos un abrazo y que les añoramos mucho. Ojalá seáis capaces de no entrar en miedos y pánicos, esa actitud no conduce a ninguna parte.
Nosotros estamos muy arropados y queridos por muchas personas que se identifican con esta institución. Desde aquí doy las gracias a nuestro obispo, D. José María Gil Tamayo, por su apoyo constante a través de llamadas continuas para saber cómo están sus chicos y su casa. Sentir su respaldo fortalece mucho. Gracias muy especiales a nuestro gran grupo de embajadores por toda su ayuda permanente. ¡No, no nos equivocamos al nombraros! Vuestra colaboración yo la vivo en directo a través de los móviles y de nuestro grupo común. Me prestáis hombros virtuales para descansar, conversaciones por móvil para escucharnos y trasmitirnos fuerzas y abrazos para los chicos y profesionales y también para tener momentos distendidos que nos hacen incluso sonreír.
En fin..., así estamos, así pasamos los días y aquí seguimos todos juntos. Cuantas veces, hace mucho tiempo, oímos la frase: “la unión hace la fuerza”, hoy tenemos que escucharla más que nunca porque ahora es la única esperanza que tenemos junto a que cada día que pasa es uno menos que nos queda para llegar al final, a un final que será el comienzo de un nuevo mundo y de una vida con menos recursos pero que estará llena de lo mejor de cada uno de nosotros.
 
Gracias porque sé que estáis ahí, a nuestro lado. Esta es la magia de sentir sin ver. Un abrazo.
Pura Alarcón



















martes, 11 de febrero de 2020

QUINTO ACTO DE EMBAJADORES


Han pasado cinco años desde aquella primera reunión en la que se fue fraguando esta acción llamada Embajadores de la Casa Grande de Martiherrero. La figura ya existía desde 1965 en las personas de Bernardo Herrráez, Alfredo Abella y José Santacana; lo único que había que hacer era continuar buscando personas con la misma actitud y los mismos principios y valores ante la vida, porque existir, existen... Solo hay que detenerse en muchas de las personas que tenemos alrededor y que nos sorprenderán con la actitud que tienen en su forma de vivir.

Los embajadores no son elegidos ni por títulos, ni por posición en la vida, da lo mismo su situación económica y el estamento social al que pertenezcan. Solo interesa que vivan de acuerdo a los principios que tienen las “buenas personas” y que les diferencian de otros. Son principios que La Casa Grande tiene en su ADN y que redundan en el día a día de las personas que viven en ella.

Es fundamental encontrar personas que sepan convivir con respeto, desde la tolerancia y siempre con integridad. Que sus acciones sean justas, equitativas y que las palabras solidaridad y generosidad les definan como personas que piensan en los otros, en los que más necesitan, a los que hay que ayudar para que tengan lo mínimo de lo que otros poseen y que pasa casi desapercibido en su vida.

Ser embajador no es un título, aunque pueda parecerlo, y hay personas que lo deseen. No es tampoco un premio como tal, pero si podría ser un reconocimiento a una actitud ante la vida. Embajador es el que tiene una misión, un encargo que a veces otros no quieren realizar, es un compromiso con una causa, en definitiva..., es una tarea a la que hay que darle respuesta con una actitud solidaria, generosa y altruista. No es difícil llevarlo a cabo, solo requiere algo de dedicación y tener un pensamiento plural y no individualista. Si se hace bien al final ganan todos y ambas partes se benefician aunque sea de diferente forma.

El tiempo ha pasado muy rápido y aquí nos encontramos con el acto de embajadores ya institucionalizado, con cimientos fuertes y sólidos y demostrando que los retos merecen la pena y que a veces los sueños se hacen realidad. Cinco actos de embajadores que han demostrado cómo ha ido cambiando y evolucionando su estructura, aunque el fondo y su base siempre sea la misma.

Cuatro personas más han entrado este año a formar parte del grupo de embajadores de La Casa Grande, elevandose ya a veinte las personas que están y estarán entregadas a este proyecto y velando por los chicos y chicas de estaca Casa, que ya es también un poco de los embajadores.

Javier Pérez de Andrés: periodista especializado en gastronomía, ocio y turismo y muy comprometido con Castilla y León. Es un gran comunicador que toca todos los géneros periodísticos y aborda contenidos de interés para el lector. Unido a esto hay que decir que, debido a sus orígenes, siempre rodeado de familiares dedicados al mundo de la enseñanza, es una persona que sabe “acercarse” a todo tipo de gente escuchando con atención sus problemas e inquietudes, en definitiva conociendo sus vidas.

Santiago Portas: Director de Instituciones Religiosas en el Banco de Sabadell. De primeras resulta difícil entender cómo se puede combinar el mundo de la banca y una entidad como La Casa Grande. El día que conoció esta institución soy consciente, porque estaba con él, que quedó impresionado por lo que aquí vio y vivió. Es alguien que camina por la vida fijándose en las necesidades de las personas y que intenta ponerse en el lugar del otro, aunque él proceda de un entorno totalmente diferente. Es cercano, sensible y gran observador.

Ángel Martín: madrileño de nacimiento y abulense por dedicación laboral. Topógrafo de profesión, pero dedicado a las herramientas de robótica y que en un momento determinado quiso ponerlas al alcance y conocimiento de las personas con discapacidad intelectual. El contacto fue fortuito y casual. Profesional de la Junta de Castilla y León que, en su afán de ayudar y de enseñar, se dedicó a pensar cómo podía llegar a las personas con capacidades diferentes. Solo alguien generoso y solidario es capaz de marcarse este reto y hacerlo con tanta ilusión y entrega. Así, poco a poco, se fue metiendo en la vida de estos alumnos tan especiales y también, poco a poco, él descubrió que le entendían y le respondían. La robótica ha sido el nexo de unión para colarse en sus vidas, conociendo su entorno y preguntando cada vez más por sus necesidades.

Carmen Esteban: Directora de Cadena SER Ávila. Es una persona muy comprometida con las causas perdidas, alegre, comunicativa y cercana. El mundo de la discapacidad intelectual está muy cercano a ella y sabe como tratar a las personas con capacidades diferentes. Nunca tira la toalla aunque se lo pongan difícil. Llegó a esta Casa de la mano de su hija, nuestra niña maga y querida Candela. Nunca ha llegado a visitar esta institución como directora de una emisora de radio, simplemente es Carmen, la madre de Candela. A partir de ahí, estos chicos la cautivaron y se entregó a ellos sin ninguna cortapisa. Conoce muy bien cómo son y lo que son capaces de conseguir. Es una mujer visceral, llena de entusiasmo, aunque la vida le ponga obstáculos en el camino. Conoce perfectamente el significado de embajadora de La Casa Grande y ya lo tiene grabado para siempre.



Este quinto acto de embajadores fue muy cuidado en todo su desarrollo y estuvo determinado por una palabra: EMPATÍA, o, lo que es lo mismo, las personas, todas, deberíamos ponernos en el lugar del otro; sería una forma de enriquecernos y de que existieran menos conflictos. Es difícil pero nunca es imposible.

Desde aquí quiero dar las gracias a todos los que han hecho posible la realización de este acto: equipo de Marca de La Casa Grande, Coro de La Casa Grande, María del Río, nuestra presentadora con lengua de signos, Pedro, Óscar y Lourdes, presentadores de La Casa Grande. Gracias también, de manera muy especial, a nuestra embajadora Pilar Rodríguez y a sus chicos de teatro, a Ana Peinado con una presentación perfecta y muy delicada, a Cristina Hernández, Laura Campillo, Julia Martín, ALQUIMIA, VIDICAM, Ricardo Muñoz, Lienzo Norte con nuestra gratitud a Gonzalo Súnico, por estar siempre a nuestro lado. Y como no, a la artífice de este evento: Esther Martín, la persona más entregada en estos cinco años para dar visibilidad al interior de La Casa Grande; sin ella esto nunca habría sido posible; gracias, Esther, por ser como eres.

Gracias a todos los que llenaron la sala del Congreso de Exposiciones Lienzo Norte, para arroparnos, por creer en lo que hacemos y por darnos fuerza para continuar. Fue fantástico estar con un público tan entregado a esta causa: amigos, conocidos, trabajadores, familias, políticos de todos los partidos abulenses y regionales. Gracias a Margarita Robles, Ministra de Defensa, por seguir tan de cerca el día a día de esta Casa, a la que descubrió hace solo un año, por la que pregunta de manera continua y con absoluto respeto por la labor que se lleva a cabo.

Gracias, muchas gracias, a nuestro querido Obispo D. José María Gil Tamayo, quien acudía por primera vez y al que esperamos haber sorprendido gratamente con el trabajo que se lleva a cabo en una de sus casas. Ha sido un año para conocernos y para establecer lazos llenos de afecto. Gracias por sentirle tan cerca, por su confianza y por entregarse tan de lleno a esto que él llamo la “joya de la Diócesis de Ávila”.

Por último, permítanme, de manera muy especial, dar las gracias como Pura Alarcón por el nombramiento que se me hizo de embajadora de La Casa Grande de Martiherrero. Las sorpresas impresionan siempre, pero cuando estás por causas ajenas a tu voluntad, retirada mucho tiempo, más de cinco meses, de esta Casa..., no solo impresionan sino que marcan un punto de inflexión en la vida, en este caso, en la mía. Prometo que siempre estará unido a mí, es lo que he intentado hacer durante estos veinte años dentro de esta Casa y lo que continuaré haciendo cuando ya no esté allí físicamente, pero que sí estará permanentemente dentro de mi corazón, porque los chicos y chicas de La Casa Grande forman parte de mi vida como auténticos héroes y referentes para hacer que las cosas que parecen insignificantes se conviertan en las más importantes de nuestra vida. Les aseguro que son el modelo que siempre sorprende y el más perfecto.

Gracias y les espero el año que viene en el Sexto Acto de Embajadores de La Casa Grande.