martes, 11 de febrero de 2020

QUINTO ACTO DE EMBAJADORES


Han pasado cinco años desde aquella primera reunión en la que se fue fraguando esta acción llamada Embajadores de la Casa Grande de Martiherrero. La figura ya existía desde 1965 en las personas de Bernardo Herrráez, Alfredo Abella y José Santacana; lo único que había que hacer era continuar buscando personas con la misma actitud y los mismos principios y valores ante la vida, porque existir, existen... Solo hay que detenerse en muchas de las personas que tenemos alrededor y que nos sorprenderán con la actitud que tienen en su forma de vivir.

Los embajadores no son elegidos ni por títulos, ni por posición en la vida, da lo mismo su situación económica y el estamento social al que pertenezcan. Solo interesa que vivan de acuerdo a los principios que tienen las “buenas personas” y que les diferencian de otros. Son principios que La Casa Grande tiene en su ADN y que redundan en el día a día de las personas que viven en ella.

Es fundamental encontrar personas que sepan convivir con respeto, desde la tolerancia y siempre con integridad. Que sus acciones sean justas, equitativas y que las palabras solidaridad y generosidad les definan como personas que piensan en los otros, en los que más necesitan, a los que hay que ayudar para que tengan lo mínimo de lo que otros poseen y que pasa casi desapercibido en su vida.

Ser embajador no es un título, aunque pueda parecerlo, y hay personas que lo deseen. No es tampoco un premio como tal, pero si podría ser un reconocimiento a una actitud ante la vida. Embajador es el que tiene una misión, un encargo que a veces otros no quieren realizar, es un compromiso con una causa, en definitiva..., es una tarea a la que hay que darle respuesta con una actitud solidaria, generosa y altruista. No es difícil llevarlo a cabo, solo requiere algo de dedicación y tener un pensamiento plural y no individualista. Si se hace bien al final ganan todos y ambas partes se benefician aunque sea de diferente forma.

El tiempo ha pasado muy rápido y aquí nos encontramos con el acto de embajadores ya institucionalizado, con cimientos fuertes y sólidos y demostrando que los retos merecen la pena y que a veces los sueños se hacen realidad. Cinco actos de embajadores que han demostrado cómo ha ido cambiando y evolucionando su estructura, aunque el fondo y su base siempre sea la misma.

Cuatro personas más han entrado este año a formar parte del grupo de embajadores de La Casa Grande, elevandose ya a veinte las personas que están y estarán entregadas a este proyecto y velando por los chicos y chicas de estaca Casa, que ya es también un poco de los embajadores.

Javier Pérez de Andrés: periodista especializado en gastronomía, ocio y turismo y muy comprometido con Castilla y León. Es un gran comunicador que toca todos los géneros periodísticos y aborda contenidos de interés para el lector. Unido a esto hay que decir que, debido a sus orígenes, siempre rodeado de familiares dedicados al mundo de la enseñanza, es una persona que sabe “acercarse” a todo tipo de gente escuchando con atención sus problemas e inquietudes, en definitiva conociendo sus vidas.

Santiago Portas: Director de Instituciones Religiosas en el Banco de Sabadell. De primeras resulta difícil entender cómo se puede combinar el mundo de la banca y una entidad como La Casa Grande. El día que conoció esta institución soy consciente, porque estaba con él, que quedó impresionado por lo que aquí vio y vivió. Es alguien que camina por la vida fijándose en las necesidades de las personas y que intenta ponerse en el lugar del otro, aunque él proceda de un entorno totalmente diferente. Es cercano, sensible y gran observador.

Ángel Martín: madrileño de nacimiento y abulense por dedicación laboral. Topógrafo de profesión, pero dedicado a las herramientas de robótica y que en un momento determinado quiso ponerlas al alcance y conocimiento de las personas con discapacidad intelectual. El contacto fue fortuito y casual. Profesional de la Junta de Castilla y León que, en su afán de ayudar y de enseñar, se dedicó a pensar cómo podía llegar a las personas con capacidades diferentes. Solo alguien generoso y solidario es capaz de marcarse este reto y hacerlo con tanta ilusión y entrega. Así, poco a poco, se fue metiendo en la vida de estos alumnos tan especiales y también, poco a poco, él descubrió que le entendían y le respondían. La robótica ha sido el nexo de unión para colarse en sus vidas, conociendo su entorno y preguntando cada vez más por sus necesidades.

Carmen Esteban: Directora de Cadena SER Ávila. Es una persona muy comprometida con las causas perdidas, alegre, comunicativa y cercana. El mundo de la discapacidad intelectual está muy cercano a ella y sabe como tratar a las personas con capacidades diferentes. Nunca tira la toalla aunque se lo pongan difícil. Llegó a esta Casa de la mano de su hija, nuestra niña maga y querida Candela. Nunca ha llegado a visitar esta institución como directora de una emisora de radio, simplemente es Carmen, la madre de Candela. A partir de ahí, estos chicos la cautivaron y se entregó a ellos sin ninguna cortapisa. Conoce muy bien cómo son y lo que son capaces de conseguir. Es una mujer visceral, llena de entusiasmo, aunque la vida le ponga obstáculos en el camino. Conoce perfectamente el significado de embajadora de La Casa Grande y ya lo tiene grabado para siempre.



Este quinto acto de embajadores fue muy cuidado en todo su desarrollo y estuvo determinado por una palabra: EMPATÍA, o, lo que es lo mismo, las personas, todas, deberíamos ponernos en el lugar del otro; sería una forma de enriquecernos y de que existieran menos conflictos. Es difícil pero nunca es imposible.

Desde aquí quiero dar las gracias a todos los que han hecho posible la realización de este acto: equipo de Marca de La Casa Grande, Coro de La Casa Grande, María del Río, nuestra presentadora con lengua de signos, Pedro, Óscar y Lourdes, presentadores de La Casa Grande. Gracias también, de manera muy especial, a nuestra embajadora Pilar Rodríguez y a sus chicos de teatro, a Ana Peinado con una presentación perfecta y muy delicada, a Cristina Hernández, Laura Campillo, Julia Martín, ALQUIMIA, VIDICAM, Ricardo Muñoz, Lienzo Norte con nuestra gratitud a Gonzalo Súnico, por estar siempre a nuestro lado. Y como no, a la artífice de este evento: Esther Martín, la persona más entregada en estos cinco años para dar visibilidad al interior de La Casa Grande; sin ella esto nunca habría sido posible; gracias, Esther, por ser como eres.

Gracias a todos los que llenaron la sala del Congreso de Exposiciones Lienzo Norte, para arroparnos, por creer en lo que hacemos y por darnos fuerza para continuar. Fue fantástico estar con un público tan entregado a esta causa: amigos, conocidos, trabajadores, familias, políticos de todos los partidos abulenses y regionales. Gracias a Margarita Robles, Ministra de Defensa, por seguir tan de cerca el día a día de esta Casa, a la que descubrió hace solo un año, por la que pregunta de manera continua y con absoluto respeto por la labor que se lleva a cabo.

Gracias, muchas gracias, a nuestro querido Obispo D. José María Gil Tamayo, quien acudía por primera vez y al que esperamos haber sorprendido gratamente con el trabajo que se lleva a cabo en una de sus casas. Ha sido un año para conocernos y para establecer lazos llenos de afecto. Gracias por sentirle tan cerca, por su confianza y por entregarse tan de lleno a esto que él llamo la “joya de la Diócesis de Ávila”.

Por último, permítanme, de manera muy especial, dar las gracias como Pura Alarcón por el nombramiento que se me hizo de embajadora de La Casa Grande de Martiherrero. Las sorpresas impresionan siempre, pero cuando estás por causas ajenas a tu voluntad, retirada mucho tiempo, más de cinco meses, de esta Casa..., no solo impresionan sino que marcan un punto de inflexión en la vida, en este caso, en la mía. Prometo que siempre estará unido a mí, es lo que he intentado hacer durante estos veinte años dentro de esta Casa y lo que continuaré haciendo cuando ya no esté allí físicamente, pero que sí estará permanentemente dentro de mi corazón, porque los chicos y chicas de La Casa Grande forman parte de mi vida como auténticos héroes y referentes para hacer que las cosas que parecen insignificantes se conviertan en las más importantes de nuestra vida. Les aseguro que son el modelo que siempre sorprende y el más perfecto.

Gracias y les espero el año que viene en el Sexto Acto de Embajadores de La Casa Grande.