Hoy quiero y necesito pensar en
vosotros... ¿quiénes? Nuestras familias, nuestros amigos y también en todos
aquellos que han escuchado hablar de esta Casa Grande de Martieherrero. Hemos
escuchado que la vida puede cambiar en un momento y esto pasaba por nuestra
mente como otra de tantas frases hechas, hasta que de verdad pasa y ... ¡ZAS!
Esas letras que forman esa frase se colocan en nuestro cerebro y lo abarcan
todo. Hace solo dos semanas nuestras vidas transcurrían como siempre hemos
creído, por la senda que nosotros marcábamos. ¡Craso error! Todos estábamos
equivocados; un virus llamado Covid19 nos lo ha dejado muy claro y nos ha
devuelto a la realidad, dando la vuelta a nuestras vidas y poniéndonosla “patas
arriba”.
Todos estamos recluidos,
refugiados mucho tiempo en nuestras casas, menos eufóricos y más pensativos,
con mucho tiempo para reflexionar sobre el pasado, presente y futuro. Algunos
estamos acompañados, aunque no por todas las personas que quisiéramos. Otros
están solos físicamente, pero gracias a las tecnologías actuales pueden mitigar
ese sentimiento de soledad. Hoy se echan de menos los abrazos, besos,
caricias..., en definitiva el contacto físico, todos esos signos y actitudes
que los teníamos “per se”, o por sí mismo.
En esta sociedad hay jubilados,
parados, estudiantes, enfermos y personas que trabajan, que están en activo. Es
cierto que hay muchos que pueden hacer el tan llamado “teletrabajo”, pero es
más verdad que la gran mayoría tiene que acudir a sus empresas y estar allí
físicamente como ocurre con los profesionales de la Casa Grande. Pues bien,
ante esta situación que nos ha invadido está nuestra Casa y dentro de ella
nuestros chicos. Si es complicado aceptar esta realidad a las personas que se
consideran “normales”, os preguntareis que será difícil convencer de la nueva
vida a estas personas. Mi respuesta es NO. Lo que ha sido difícil es organizar
una Casa tan Grande para que no haya caos y para marcar nuevas pautas en tan poco
tiempo.
No quiero, ni voy a hacerlo,
negar que la Casa Grande también está tocada por el coronavirus. Lo fácil sería
decir que estamos bien y que no pasa nada. La transparencia nos caracteriza en
nuestro día a día y por eso digo que estamos haciendo un trabajo exhaustivo
pero muy profesional y con muchas, muchas dificultades y limitaciones. Cuando
te rodea la adversidad es cuando más aflora “lo bueno” de las personas. Somos
una plantilla grande, muy grande, de la cual siempre ha estado contenta esta
dirección. Sé que tienen profesionalidad pero lo que siempre encontré, y sigo
encontrando, en la inmensa mayoría de ellos, es una actitud positiva y
voluntaria ante todo tipo de situaciones que se presentan y que pudieran restar
cosas básicas de la vida de nuestros chicos. Tener este tipo de plantilla de
trabajadores en una empresa es lo que más vale y lo que de verdad la resalta y
dignifica dentro de una sociedad. Contar con profesionales que se esfuerzan y
salen de su zona de confort para que “sus chicos” noten poco este mal momento,
dice “todo” de cómo son como personas. Nuestros chicos están con quien mejor
podían estar, con los que mejor les conocen y con personas que les quieren
tanto..., que aunque ahora no haya besos ni abrazos, solo con la mirada
intercambiada, sienten ese cariño que va más allá del roce físico. Por todo
ello... GRACIAS. A mí y al equipo que me acompaña nos lo ponéis más fácil. Sé
que mi vuelta no ha sido como la esperaba, pero diré siempre que por mis chicos
y por vosotros ha merecido la pena, aunque esté siendo duro.
En cuanto a las personas que
viven en esta Casa, podría decir tantas cosas que me faltaría tiempo. ¡Cuántas
lecciones de vida dan! Cuando esta sociedad vivía bien, sin grandes esfuerzos,
sin valorar la disciplina, sin soñar con la normalidad de vida porque eso
creíamos que era algo que nos pertenecía por derecho, cuando casi nadie se
acordaba y mucho menos ponía en valor a las personas con poca visibilidad, como
son las que tienen discapacidad intelectual, cuando todo esto ocurría..., las
personas que viven en esta Casa Grande, su casa, ya conocían las palabras
adversidad, soledad, disciplina, esfuerzo, monotonía, dolor, generosidad,
solidaridad, empatía, obedecer, empezar de nuevo..., sobre todo valoraban la
palabra “nosotros”, dejando a un lado la palabra “yo”. Puede decir que ahora,
en estos momentos nos han adelantado y nos están dando una lección. Los jóvenes
y adolescentes añoran salidas a la calle, nuestros chicos están donde les dicen
sin protestar, aunque aún se les quiten más cosas y más salidas de las pocas
que ya tenían. ¡No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita!
Es cierto que a algunos no les
acompaña la salud, pero hasta en esa situación saben llevar con dignidad y
hasta con una sonrisa de gratitud por cuidarles. No lo pasan mal por ellos,
sino por sus compañeros, por sus cuidadores, por los profesionales de esta Casa
y por sus familias. ¿Están asustados? NO. Están expectantes, saben lo que pasa
y a lo que nos enfrentamos y, por eso, algunos de ellos preguntan y quieren
saber cómo pueden ayudar.
Los chicos estos días están
participando en numerosos actividades de ocio que ayudan a un buen ambiente
entre todos. También están solidarizandose, como el resto de los españoles, con
dibujos, videos y acciones de motivación y agradecimiento. ¡Son muy grandes y
unas personas muy especiales!
A los familiares y amigos de
nuestros chicos solo os puedo decir que ahora más que nunca tenéis que
demostrarnos vuestra confianza en todos nosotros y en esta institución. Os pido
que vayáis de frente con nosotros, sin dobleces y en la misma línea; ahora más
que nunca debemos caminar juntos, tenemos un objetivo común: nuestros chicos
que son vuestros chicos. Tened claro que están con los mejores profesionales y
que siguen viviendo en su “Casa”, en la de siempre. Para los chicos que están
con vosotros desde hace unos días, les mandamos un abrazo y que les añoramos
mucho. Ojalá seáis capaces de no entrar en miedos y pánicos, esa actitud no
conduce a ninguna parte.
Nosotros estamos muy arropados y
queridos por muchas personas que se identifican con esta institución. Desde
aquí doy las gracias a nuestro obispo, D. José María Gil Tamayo, por su apoyo
constante a través de llamadas continuas para saber cómo están sus chicos y su
casa. Sentir su respaldo fortalece mucho. Gracias muy especiales a nuestro gran
grupo de embajadores por toda su ayuda permanente. ¡No, no nos equivocamos al
nombraros! Vuestra colaboración yo la vivo en directo a través de los móviles y
de nuestro grupo común. Me prestáis hombros virtuales para descansar,
conversaciones por móvil para escucharnos y trasmitirnos fuerzas y abrazos para
los chicos y profesionales y también para tener momentos distendidos que nos
hacen incluso sonreír.
En fin..., así estamos, así
pasamos los días y aquí seguimos todos juntos. Cuantas veces, hace mucho
tiempo, oímos la frase: “la unión hace la fuerza”, hoy tenemos que escucharla
más que nunca porque ahora es la única esperanza que tenemos junto a que cada
día que pasa es uno menos que nos queda para llegar al final, a un final que
será el comienzo de un nuevo mundo y de una vida con menos recursos pero que
estará llena de lo mejor de cada uno de nosotros.
Gracias porque sé que estáis
ahí, a nuestro lado. Esta es la magia de sentir sin ver. Un abrazo.
Pura Alarcón