viernes, 24 de abril de 2015

Discurso Pura Alarcón, Corresponsables



BUENOS DÍAS

En primer lugar quiero agradecer a Bankia la invitación a participar en esta mesa para hablar de responsabilidad social, amparándome en la experiencia que tiene la Casa Grande de Martiherrero, que este año está celebrando sus 50 años de trabajo con personas con discapacidad intelectual.

En nombre de la Institución a la que represento y con la fuerza y la responsabilidad que dan 50 años de servicio a los demás, 50 años vividos en familia, 50 años “codo a codo” con padres, madres, hermanos, con chicos y chicas con capacidades diferentes y también con trabajadores, exactamente 100 personas… en definitiva, un extenso bagaje que permite que esta Fundación de la Diócesis de Ávila tenga fuerza para hacer una reflexión en voz alta:

Vivimos en un mundo en el que cada vez se ha marcado más la línea que diferencia a los poderosos frente a los débiles. Muchos de los aquí presentes representamos al sector más desfavorecido, por eso necesitamos creer en la “responsabilidad social empresarial”, en lo que llamamos compromiso y obligación de los miembros de una sociedad para con el resto. Dichas empresas deberían de tener una actitud madura y sensible ante los problemas sociales.

Es conocido que la red solidaria de Bankia es un proyecto pionero y muy innovador. Apoya a programas muy centrados en ayudar a personas con discapacidad o en riesgo de exclusión social.

Dicen que el trabajo dignifica al ser humano, yo además añadiría que cuando ese trabajo está relacionado con el mundo de lo social, con el mundo de los que más necesitan, de los débiles, los desprotegidos… ese trabajo pasa a ser parte de tu vida, convirtiéndose en tu reto, tu ilusión y tu esperanza.

Para que todo esto suceda necesitamos ayudas, y no solo de la Administración; también deberíamos de contar con el compromiso de la empresa privada. Eso sí, no de manera caritativa o por pura cortesía. Que a nadie se le olvide que crear empleo para los excluidos tiene ventajas fiscales, morales y, yo diría, que hasta de buena reputación. Aun así estamos muy lejos de que se haga de manera mayoritaria.

Pero bueno, hoy y aquí hay que dar las gracias a aquellas empresas que perteneciendo a una sociedad donde todo es consumo, marketing, números y competitividad, aun así han sido capaces de creer en nuestro proyecto de la Casa Grande de Martiherrero. Han brindado una oportunidad a las personas que trabajan en nuestros talleres ocupacionales y en nuestro centro especial de empleo.

La empresa privada nos ha abierto ventanas al mundo laboral para muchos de nuestros chicos y chicas; es una labor muy loable, encomiable y que engrandece a las personas que las dirigen. Son empresas con beneficios económicos y que han decidido tener también beneficios sociales, esos que a veces dignifican más al ser humano y hacen más grandes aún a los poderosos.

La Casa Grande de Martiherrero tiene 120 personas en sus talleres ocupacionales, y 14 chicos y chicas que trabajan en su centro especial de empleo. A través del centro ocupacional se potencian, desde el puesto de trabajo, la capacidad de elección, relaciones interpersonales y el crecimiento personal para alcanzar más seguridad y autonomía a la hora de adquirir hábitos laborales. Si pensamos en nuestro centro especial de empleo, de iniciativa social y por tanto sin ánimo de lucro, podríamos transmitir cuatro principios básicos: igualdad de oportunidades, participación social, vida independiente y autosuficiencia económica. Nuestra actividad laboral en el centro especial de empleo es una lavandería industrial que presta servicio a más de 100 clientes de Ávila y provincia, del sector de la hostelería y restauración. Con mucho tesón, esfuerzo y aprendizaje, este centro especial de empleo posee el certificado en la Norma UNE EN ISO 9001 – 2008. A los trabajadores de este centro se los fomenta mucho la filosofía de conseguir éxitos laborales en contraposición a su pensamiento inicial que era el de evitar el fracaso sin más.

La mejor política social para las personas con discapacidad intelectual es garantizar el empleo de quien más difícil lo tiene. Nunca hay que olvidar que el empleo es el eje vertebrador de la inclusión. Es normalización, integración, equiparación, en definitiva, es un derecho que como ciudadanos que son, no podemos negarles, siempre y cuando tengan las aptitudes necesarias y conseguidas a través del aprendizaje y así mismo demuestren una actitud semejante al resto de las personas. Tratar por igual a personas con discapacidad intelectual sin haberlas formado es una injusticia, pero tratarlas de manera desigual aun teniendo las mismas características que el resto, es la mayor de las discapacidades por parte de quien lo haga.

Gracias a todas las empresas que apostaron por nosotros, que decidieron entrar en un mundo que es todo corazón, puro sentimiento y donde nuestras herramientas de trabajo son el cariño, la comprensión, la constancia, disciplina, paciencia y aprendizaje.

Gracias por seguir creyendo en valores y en principios que hacen que su mirada hacia las personas con discapacidad intelectual sea el eje o la línea que les ilumina para ver su futuro más claro y con dignidad. Así verán más cerca sus derechos como personas y su igualdad como seres humanos.

La Casa Grande de Martiherrero tiene este reto como misión, y en este año de celebraciones más que nunca. Sabemos que es un sueño difícil pero muy importante. Sentimos la cercanía de las empresas a través de su responsabilidad social porque creemos en pequeños gestos para grandes causas y, sobre todo, conocemos que a lo largo del camino, vamos a caer muchas veces pero no nos importa porque caer se nos está permitido pero levantarnos es una OBLIGACIÓN con mayúsculas.

GRACIAS.
Ávila, 24 de abril de 2015.

miércoles, 15 de abril de 2015

La real normalidad de la vida

Hace ya 4 meses que comenzamos el año 2015. Lo hicimos con ganas, ilusión por el futuro y con grandes dosis de optimismo. Empezamos bien con nuestro primer premio en la Cabalgata de Reyes.
Luego continuamos haciendo muchas cosas, "moviendo" los cimientos de la Casa Grande, haciéndola muy activa, sacando a la luz mucho del potencial que tiene, y todo esto se puede hacer gracias a un grupo de personas que ponen ideas en una mesa y que dejan volar la imaginación. Son muchas horas de reuniones dentro de la Casa Grande. Hay mucho trabajo extra para que fluyan ideas que hacen realidad los sueños, para sumar y no restar, para realizar proyectos y para alcanzar metas que antes eran impensables. Solo necesitábamos que alguien nos animara y... ¡vaya si lo ha hecho! Nos han empujado hacia las nubes y no nos dejan bajar.
Y así seguimos y aquí estamos metidos en esta vida que está siempre moviéndose sin parar ni un segundo. Una vida que nos sorprende en cualquier momento y nos da muchos zarpazos. A veces son golpes duros, muy duros, algunos casi nos paran nuestro optimismo. Pero hay una cosa cierta... cuando hay muchas manos que suman, cuando hay muchas cabezas que piensan y cuando hay muchos brazos que abrazan... entonces es más fácil continuar "moviéndote" por la vida que nos ha tocado.
A veces las cosas se tuercen y no solo no se sabe el porqué, sino que tampoco esta en nuestras manos la solución. Aquí tampoco hay que pararse, la pasividad no sirve para nada y menos si va unida a un espíritu lleno de negatividad.
Ahora mismo sé que muchas personas de la Casa Grande tienen motivos para no estar bien, para ver solo días grises y no azules y soleados. Gracias a todos porque aún así, aquí estamos y aquí seguimos. Hay personas con motivos suficientes para no estar aquí ni física ni mentalmente y, sin embargo, quieren estar en esta Casa, necesitan estar para sentirse ayudados, queridos y para coger fuerzas para luego en su vida estar más fuertes y seguros.
A todos los que sé que al leer esto os vais a sentir identificados os damos las gracias por estar ahí. Sabéis que no estáis solos, nos tenéis a vuestro lado. Sé que nos sentís y que casi tocáis nuestro cariño y nuestro apoyo.
El año 2015 es un año gran y con mayúsculas para la Casa Grande, pero eso no quita el que tengamos la cabeza sobre los hombros y sepamos y sintamos la dureza con la que empezó el año y, sobre todo, lo duro que sigue siendo.
No es cuestión de darnos ánimos por que a veces eso no vale. Con sentirnos juntos y queridos a veces es suficiente. Muchas veces el silencio y un abrazo es el mayor de los consuelos. Es una actitud muy sencilla pero muy difícil de llevar a cabo.
Y aquí  seguimos, con más penas que alegrías pero... seguimos.
¡Y mira que nos ponen piedrecitas y hasta pedruscos en el camino!
De ahí la magia que que hace que más de 100 personas con una sola cosa en común, "La Casa Grande" sean capaces de convivir día a día, de sobrellevar las penas y de compartir alguna alegría.
¡Pero así es la VIDA y así es su real normalidad!

miércoles, 1 de abril de 2015

Adios Olga, hasta siempre.

La Casa Grande hoy está triste, muy triste. El domingo te quedaste como dormida y el lunes te dijimos adios para siempre Olga.
Han sido muy pocos días de hospital y lo que parecía una enfermedad controlada, al final pudo contigo y te marchaste haciendo poco ruido y, eso sí, rodeada de tu familia (tus padres y hermanos). Y aquí estamos tu segunda familia, aquí, en este lugar donde has vivido 28 años de los 38 que tenías. ¡Ha sido mucho tiempo!
Te vamos a echar de menos, nos acordaremos de tus voces cuando te enfadabas, de tus ojos vivarachos cuando sonreías, de forma de andar moviendo ese cuerpo tan grande que tenías.
La vida te vino marcada Olga, pero creo que has sido una chica feliz a pesar de tu discapacidad. Tu familia ha cuidado muy bien de ti. Tu madre, Demetria, sé que ha sido tus pies, tus manos, tu luz y tu sombra. Sé que ha vivido por y para ti. Tus hermanos te han mimado, querido y además te llevaban con ellos para que te divirtieras. Está claro Olga que en tu entorno familiar y en Niharra has sido feliz y privilegiada.
Aquí en la Casa Grande creo que también has sido feliz. A tu aire pero feliz. Dejas sola a Mónica, tu compañera, en tu habitación en la Rosaleda. No os llevábais del todo mal, como pasa con los hermanos cuando se convive.
En los talleres ocupacionales tenías como un ángel de la guarda siempre pendiente de tí: Mª Jesús Blazquez. ¡Te ha cuidado mucho y bien! Se acordará mucho de tí.
En fin Olga... te fuiste de la mano de tu madre, dejando triste esta Casa y allí donde estés, habrás sonreído al vovler a ver caras familiares: Benito, Carmen, Vito, Eva... dales un abrazo de parte de la Casa Grande.
Cuidad mucho de nosotros para que sepamos hacer felices y buenas personas a todos los que habéis dejado aquí.
Ayer se enteraron todos tus compis de esta Casa, unos lloraban y otros no lo creían. Al final, mirando al cielo hemos aplaudido por ti. Seguro que esos aplausos ya han llegado después de atravesar las nubes.
¡Ah! Cada aplauso llevaba un beso y un Olga te queremos mucho.
¡Hasta siempre mi niña!