Ha pasado una semana desde que
tuvo lugar nuestro ya institucionalizado acto de Embajadores. Es cierto que “la
experiencia es un grado”, nunca mejor dicho porque he de decir que cada vez
sale mejor, se trasmite bien el mensaje de nuestra Casa, llegando de forma muy
clara a todo el público que nos acompaña y que cada vez es más numeroso.
Es un acto dinámico, ligero,
corto en el tiempo pero que es capaz de hacer pensar, consiguiendo externalizar
algunos sentimientos que a veces parecen estar en el fondo de un baúl lleno de
cosas y que no queremos tocar, por si hay alguna sorpresa que nos cambie
nuestro día a día dejándonos descubierto el recorrido por el que va nuestra
vida.
Siempre suele ser difícil
ponerse de acuerdo cuando se trata de la realización de un proyecto. Suele
haber intereses de todo tipo, ideas encontradas y hasta a veces malos rollos
por “egos” mal entendidos y por falta de generosidad entre las partes. Con este
acto, nunca ha ocurrido nada de esto, los egos no están, y la generosidad
aflora muy positivamente.
Siempre diré que en mi paso
por la Casa Grande de Martiherrero hay dos personas (mujeres para ser más
exacta) fundamentales y de máxima importancia para mí. Una de ellas es Esther
Martín, que es la única y auténtica protagonista de todos los eventos que han
tenido que ver con el cambio externo (q no interno) de esta Institución. Siempre
está fuera de la imagen, pero es tan grande y original lo que hace que, aunque
se le vea poco, lo llena todo con la energía que tiene. Un acto como este de Embajadores,
sólo puede crearlo alguien fantástico, lleno de ingenio y con mucha grandeza en
su interior.
Ahora bien, Esther Martín no
sólo creó esta acción, sino que también supo rodearse de las personas más
idóneas por estilo de vida y por mejores profesionales. ¡Que podría decir yo de
nuestra embajadora Pilar Rodríguez! Todo el mundo habla de ella por sus
direcciones de teatro dentro y fuera de Ávila. Pero yo no lo haré tocando ese
espacio, yo lo hago desde el punto de vista personal. Es una mujer grande por
fuera y más aún por dentro. Siempre quiere el anonimato y pasar desapercibida.
Tiene tanta sensibilidad por todo lo que son las causas perdidas en las que
nadie cree, que sus obras están llenas de mensajes sobre justicia social,
concordia, solidaridad y entrega a los demás. Saca sonrisas a los que han
llorado mucho y con sus ojos vivarachos y profundos hace pensar a los que no
quieren hacerlo. Pilar entendió perfectamente el significado de ser embajador
en esta Casa y aquí sigue de manera incondicional a nuestro lado, siempre
incansable y a tiempo total.
Hay que decir que alrededor de
estas dos personas aparecen otras que con su esfuerzo y su valía consiguen que
Embajadores supere con creces todas las expectativas puestas sobre el propio
acto. Gracias a Cristina Hernández por ese magnífico guion que sale a la luz y
que está lleno de ideas positivas y esperanzadoras y siempre en unión con
Esther Martín. Este año los presentadores Rodrigo Martín y Ana Peinado con su
compenetración tan perfecta, han conseguido envolvernos y adentrarnos en el
epicentro de este maravilloso guion. Han sabido trasmitir el significado de la
palabra confianza porque ellos la conocen bien, la sienten y la experimentan.
Aparte de “las tablas” que tienen, son personas jóvenes que confían tanto en
los demás, que el hecho de estar una hora hablando sobre el significado de esta
palabra, no les asusta, simplemente les afianza más en sus pensamientos.
Este año hemos contado con la
presencia de alguien muy especial para nuestra Casa, Tania Campillo quien
acompañada de su inseparable “chello” nos ha deleitado con su profesionalidad,
pero aún más con su sensibilidad y elegancia a la hora de interpretar. ¡Cómo no
iba a estar allí alguien de los Campillo-Arribas! ¡Fueron los primeros que
confiaron en esta dirección hace muchos años cuando nadie nos creía! Y desde
entonces…hasta hoy… Gracias VIDICAM.
Mi agradecimiento más sincero
para los 47 chicos de teatro de Pilar Rodríguez que todos estos años se
entregan a la Casa Grande pero no sólo en Embajadores, sino también ese
extraordinario Certamen de Teatro que ya ha echado raíces. Gracias también a
Pedro y a Lourdes por salir a escena, representar y poner voz a todos los que
viven en esta Casa. Su presencia en el escenario significa esfuerzo, ilusión, compromiso
y confianza en ellos mismos a la vez que sienten el abrazo de los demás.
Especial mención a nuestro coro que dirigido por Fernando Martín ha conseguido
alcanzar los objetivos soñados y siempre sin que nuestros chicos pierdan la
dignidad y además se les respete por lo que hacen. Gracias a la Comisión de
Marca de la Casa Grande de Martiherrero por su trabajo del día a día y de una
manera silenciosa y continua.
Gracias a Alquimia por su
realización y por el sonido tan exquisito y tan bien llevado a cabo. Al
Ayuntamiento de Ávila y a Gonzalo Súnico por cedernos un gran espacio para
llevar a cabo este acto que bien saben ellos que no defrauda y que, por su
profesionalidad, está a la altura de lo que representa el Palacio de Congresos
y Exposiciones “Lienzo Norte” de Ávila.
La intervención de todas estas
personas que saben realizar el engranaje de muchos movimientos y acciones ha
conseguido que la Casa Grande cuente con nuevos embajadores este año:
ONÉSIMA RODRÏGUEZ es el
ejemplo más claro de la persona anónima entregada a una sola causa: hacer la
vida más fácil a los que la rodean. Su trabajo exige mucho y se reconoce poco,
pero a ella eso nunca la importó. Nunca ha buscado el reconocimiento personal.
Así lo hizo en esta Casa durante más de 30 años, sintiéndola como suya.
EMILIO PEREZ CASTELANI representa
a una Institución con los mismos principios que tiene nuestra Casa. Persona con
actitud de servicio y de entrega a los demás. Es una persona que sabe sumar y
lo hace con cosas grandes o pequeñas, siempre con valentía u mucha
responsabilidad.
MARGARITA MAYORAL representa
al periodismo serio, riguroso, al de verdad, al que está alejado del
sensacionalismo. Fue la primera persona que entró en esta Casa y con valentía
sacó a las ondas radiofónicas todo lo que vio y observó. Lo hizo con mucha
sensibilidad.
VOLUNTARIADO DE MAPFRE AVILA.
Este grupo con Rocío del Monte como parte importante dentro de él, ha
conseguido que muchas veces nuestros chicos vayan con confianza hacia la
dirección de sus sueños. Nos han demostrado que trabajando en equipo se
consiguen retos imposibles y de manera más rápida. Son muy constantes y saben
dar sin nada a cambio. Miman y cuidan mucho las relaciones con las personas que
son más débiles.
Pues bien, señores, creo que
este año la Casa Grande de Martiherrero ha demostrado que sabe confiar. No es
una tarea fácil. La confianza no se exige, la confianza se gana y se hace a
través de palabras y comportamientos. Esta Casa confía mucho y confía en
nuestros embajadores porque todos ellos han sido capaces de descubrir la
belleza interior que tienen nuestros chicos cuando se muestran tal cual son,
con sus imperfecciones y sin ninguna pretensión de ser lo que no son. Es una
hermosa relación de confianza entre ambas partes. Esto es lo importante de la
vida y lo que nos hace mejores porque tener confianza con alguien es regalar
una parte de sí mismo.
Por último, les diré que nada
de esto podría haber salido a la luz este año, si no hubiera sido por la
generosidad y grandeza de algunas personas anónimas, proveedores de la Casa
Grande, pero, sobre todo, personas y empresas que creen en lo que hacemos, que
respetan y quieren a las personas que viven aquí Siempre están cuando las
necesitamos. Son personas que prestan servicios a esta Institución, existiendo
confianza entre ambas partes. Así que gracias a los que con vuestra aportación habéis
vuelto a poner a los chicos de la Casa Grande en el lugar que les corresponde
por derecho en esta vida. Habéis demostrado casi todos a los que os hemos
pedido ayuda, ser muy generosos y conocer bien el significado de la palabra
solidaridad. Por esto y por muchos motivos más, tenéis todo nuestro respeto y
la confianza de esta Institución.
GRACIAS.