He dejado pasar más de 24 horas para escribir lo que
voy a hacer en este momento. Necesitaba que mi cabeza se asentara y terminara
de colocar en su sitio todo lo sucedido el jueves día 8 de junio. Lo podría
definir como un día tranquilo y lleno de paz, aún dentro de la vorágine que
produce todo lo que se está viviendo en esta Casa desde hace tres meses más o
menos.
El día amaneció espléndido, lleno de sol y de luz,
¡Menos mal!. Últimamente no es lo normal para nuestro día. Después de tres años
hemos conseguido desarrollar todos los actos en nuestros maravillosos jardines,
y... ¡cambia tanto la imagen así!
Este año esperábamos muchísimas personas y así ha
sido. Nos han acompañado muchos amigos, muchas personas vinculadas con esta
Casa por diferentes motivos.
Reunir casi a 500 personas en este entorno, requiere
mucha infraestructura y también mano de obra. Afortunadamente contábamos con
ambas cosas, gracias a las personas de mantenimiento de esta Casa y también,
hay que decirlo, gracias a los Ayuntamientos de La Colilla y Martiherrero.
Este año teníamos que “juntarnos”, teníamos que
vernos todos porque había motivo especial que obligaba a ello. No siempre toca
decir adiós a una persona de esta Casa, no siempre toca cerrar etapas de esta
institución y porque, además, es la primera vez que a un director general de
esta Casa le nombran obispo.
La Eucaristía estuvo presidida, como siempre, por
nuestro querido Obispo, acompañado de sacerdotes vinculados a nosotros por
lazos fuertes: D. Isidoro, D. José Manuel Sánchez Caro, el padre Pedro y José
Luis Retana. Después comenzó un acto institucional emotivo y sencillo.
Queríamos rendir un pequeño homenaje a quien,
durante 15 años, ha estado al frente de esta entidad. Ha sido emotivo, sencillo
y lleno de mucho sentimiento. Chicos y trabajadores han querido demostrar
públicamente las sensaciones y los recuerdos que tienen hacia José Luis Retana.
¡Con sus palabras lo han conseguido! Era justo hacer este acto; a las personas
hay que decirles adiós verbalizando y demostrándoles lo que dejan y queda
cuando, por diversas circunstancias, nos dicen adiós. ¡Cuánto ha aprendido de
humanidad Retana con su paso por esta Casa!
Algunos aquí hemos descubierto y conocido al
auténtico Retana, al que aunque muchos dicen conocer no es así. Para conocerle
bien hay que tratarle mucho, porque si no es imposible ahondar en su interior.
En esta Casa ha sido muy auténtico, ha sido él, porque aquí venía a su “casa”,
a la que él ha contribuido a construir, al lugar en el que sus interlocutores
son auténticos, nobles, sin dobleces y con necesidad de ser admirados y
escuchados. Retana sintonizó con ellos siempre, que nadie lo ponga en duda. Ha
sido una relación auténticamente mágica, por eso digo siempre que duele que se
rompa.
Ha sido un acto lleno de palabras, de música y
también de emociones y lágrimas. Después, como siempre, vino la demostración de
los logros alcanzados, del “trabajo” realizado durante todo un año y que
afianza la situación personal de los que viven aquí. Demuestran sus capacidades
y habilidades a una sociedad marcada absolutamente por el trabajo que conlleva
una remuneración económica. Lo demás cuenta mucho menos, aunque el esfuerzo sea
similar o superior a otros modelos de trabajo. Aquí queremos demostrar que esto
no es así, que “vivir” es un acto más simple que lo que lo está convirtiendo
esta sociedad que a veces no sabe hacia donde va.
En fin, un acto bonito, llevado a cabo por gente
especial y maravillosa.
Después vino nuestra conocidísima “paella”, la que
une en torno a una pradera a muchas personas con vidas y estilos diferentes,
pero con una cosa en común: La Casa Grande. Aún recuerdo cuando hace 15 años le
propuse a Retana crear este día junto a una paella. Nadie lo hacía, ninguna
entidad lo tenía, no sé si porque no lo necesitaban o porque no creían en este
acto como modelo de “juntar y hermanar”. Nosotros sí pensamos que no solo era
bueno para esta Casa, además lo necesitábamos. Y lo pusimos en marcha; juntamos
a todas las entidades de Ávila, con chicos y dirigentes, en esta pradera y
resultó positivo y gratificante. También nos acompañaron nuestras familias con
su actitud de integrarse en esta Institución y, como no, también está los
profesionales (los que quieren y pueden) apoyando con su presencia la
realización de este evento.
Ha sido un día mágico, dentro de una situación
especial, que finalizó con bailes y música que ha conseguido minimizar la pena
y el dolor que produce la ausencia física.
Por último para mí también ha sido una jornada
especial. Alguien ha querido y decidido que yo, Pura Alarcón, sea la persona
que asuma el puesto de José Luis Retana. Coger la Dirección General de esta
Institución es un honor y a la vez una gran responsabilidad. Lo asumo con respeto
y humildad. La ilusión la tengo desde hace 17 años y el trabajo lo conozco y,
sobre todo, estoy acompañada de 100 profesionales que perseguimos los mismos
ideales.
¡Gracias a todos!
Ah! Dentro de un año nos encontraremos de nuevo, no
tengan ninguna duda, pero mientras tanto, continuemos trabajando cada uno de
nosotros en la tarea que tenemos asignada. ¡Ojalá sepamos hacerlo!.