viernes, 3 de marzo de 2017

S.M. La Reina Doña Leticia saluda a los chicos de la Casa Grande de Martiherrero


Sesenta y dos personas de la Casa Grande de Martiherrero han asistido al Congreso Internacional Mujer y Discapacidad. Hay que decir que de ese número, treinta y nueve eran chicos y chicas que viven en la Casa  y que han escuchado en primera persona todo lo que allí se ha dicho. Próximamente haremos un coloquio para que nos cuenten sus conclusiones. Nos lo expondrán de mil maneras diferentes pero que nadie dude, de que lo harán a su manera pero bien. He de decir que a cualquier lugar donde acudan, su comportamiento es ejemplar, digno de ser imitado por personas que se consideran superiores. Si de algo saben los chicos y chicas de la Casa Grande de Martiherrero es de buenas formas y de “saber estar”. ¡Que nadie lo ponga en duda!. Es verdad que también estaban ilusionados y contentos por el hecho de conocer a la Reina de España, para ellos, Leticia. Cuando se enteraron de que venía a clausurar el Congreso, algunos de ellos lo vivieron con la misma actitud que cuando les recibió el Papa Francisco en el Vaticano.
Cuando apareció la Reina y comenzó a descender por las escaleras de la Sala Sinfónica del Palacio de Congresos y Exposiciones del Lienzo Norte en Ávila, sé  que miraban como si vieran a alguien que conocen bien. ¡Con autenticidad, porque así de auténticos son ellos! Al finalizar la clausura, llegó la despedida con los consiguientes saludos, gestos y actitudes amables y correctas con todos los representantes políticos. Algunos nos considerábamos en deuda con nuestros chicos y chicas porque de ellos no se despedía nadie, aunque hayan estado los dos días como todos los demás. Por este motivo y con la ayuda de alguien grande de alma y de corazón y…además, que nos quiere, nos conoce y nos entiende, fuimos capaces de que S.M. La Reina Doña Leticia conversara unos minutos con los chicos y chicas de la Casa Grande de Martiherrero, con un diálogo de lo más entrañable y coloquial y muy al alcance de ellos. Hablaron de sus hijas, de Felipe, su marido, de ella y también algunos hasta le contaron sus cosas cotidianas de lo que es su vida. Luego vinieron las fotos para el recuerdo… pero esto es otra cosa diferente, eso ya no tuvo magia. Es cierto que las fotos se ven y se observan. Es la situación vivida en un momento, en un segundo  en el que se reflejan caras y cuerpos de personas que hasta es posible que no comuniquen nada.
De todo lo sucedido yo prefiero quedarme con lo que no se observa en esas fotografías, los momentos vividos con anterioridad. Hablaron de tú a tú. Fueron espontáneos y nobles como lo son siempre, sin estereotipos ni protocolos ni etiquetas, pero que nadie se equivoque, correctos, educados y respetuosos como cualquiera. ¡ Ojalá los demás tuvieran una sonrisa tan limpia y una mirada tan sincera como la manifestada ayer por estas personas.
Gracias Señora por la actitud que adoptó en ese momento, gracias por su cercanía física, gracias por su sensibilidad y gracias por su generosidad al dedicar su tiempo a los que Vd  misma definió un momento antes como poco visibles.
Gracias también a la Ministra de Sanidad, Doña Dolors Montserrat por interesarse por nuestra Casa, por cómo vivimos, por lo que hacemos, por nuestros orígenes, nuestros proyectos y futuro. Fue un auténtico placer por la cercanía y empatía que trasmite, palabras y actitudes muy ligadas a integrar y dar visibilidad. Es probable que nunca les vuelvan a ver ni a cruzarse en su camino, pero es totalmente cierto  que su conversación les quedará grabado para siempre en su memoria y puedo asegurar que para algunos este ha sido el momento en el que se han considerado más “persona”  ( en el intenso y extenso significado que tiene esta palabra) que nunca en su vida. Es estremecedor verdad? Pues sí, pero es que la realidad de la vida, a veces estremece y hace pensar.
En nombre de la Casa Grande de Martiherrero, Institución que lleva 52 años al servicio de las personas con discapacidad intelectual, GRACIAS Majestad por saber  trasmitir ternura  y por escuchar a los que  están acostumbrados a callar porque esta sociedad así les ha tenido durante mucho tiempo.