Hola
Candela, no nos conocemos de nada, ni nadie nos ha presentado, pero aún así, ya
te considero alguien querido en nuestra Casa. Llegaste una tarde a primera
hora, sé que venias expectante ( no asustada) ante algo desconocido para ti, a
un lugar al que muchos nunca se han atrevido, ni han querido venir, no solo por
su dureza sino porque hay personas que prefieren mirar para otro lado. Pero tu
no eres así Candela, aunque no te conozco, lo intuyo. Tienes muy pocos años, en
concreto 10 y decidiste pasar una tarde en la
Casa Grande con y junto a las personas que la habitan.
Sé que entraste
con la timidez que caracteriza a las personas de tu edad, lógicamente venias
acompañada de gente que te quiere. No tenías miedo por lo que ibas a ver, solo
preocupación por si no te salían bien las cosas y no estabas a la altura de
como a ti te gusta hacerlo. La expresión
de tu cara al entrar era muy diferente a la que tenías cuando te marchaste.
Fuiste pasando por los diferentes talleres de nuestro centro de día y poco a
poco te afianzaste en la situación en la que te encontrabas. Las agujas del reloj
iban corriendo y tú tenías una actitud cercana, sincera, vivaracha y muy
espontánea. ¡Lo hiciste muy bién , como una auténtica profesional! Tu público
era muy especial y,…. ¿ sabes una cosa,
Candela? Pasarán los años, crecerás, te harás adulta y…. cuando sigas
demostrando tu arte ante determinados grupos de personas… pues entonces,
Candela, siempre vendrá a tu memoria esa primera vez que hiciste magia ante los
chicos y chicas de la Casa Grande de Martiherrero.
Estoy
convencida de que a partir de ahora cuando vayas por la calle, habrá alguien
que pasará a tu lado y te dirá hola llamándote por tu nombre. Tú a lo mejor no
le recuerdas pero esa persona a ti sí, porque en esta Casa has dejado un
recuerdo imborrable. Candela, les has hecho felices con tus juegos, tus
sorpresas y tu arte. Fue una tarde maravillosa para ellos y me imagino que
sorprendente para ti. Ahora, a tu corta edad, ya sabes cómo son las personas
con capacidades psíquicas diferentes. Son como tú pero no han tenido tanta
suerte como la tuya. La vida no les ha sonreído tanto y por eso les cuesta
muchísimo, conseguir lo que se proponen y les gustaría tener.
Sé que te
marchaste muy contenta y emocionada por esas horas tan especiales y, además,
porque todo te salió bien. Conectaste muy bien con tu público y empatizaste con
ellos y todos ellos, contigo. ¡Qué grande eres Candela y que corazón más
especial tienes! Estoy convencida de que la próxima vez que vuelvas ya no
necesitarás que te acompañe nadie, ¿sabes por qué? Pues porque aquí dejaste amigos
y admiradores, dejaste personas que dibujaron tu cara dentro de su alma y para
siempre. Se quedaron impresionados por tu arte, tu buen hacer y por tu
cercanía. Una niña de tu edad que decide pasar una tarde creando sonrisas a
través de tu magia, es digna de ser admirada, respetada y querida. Nunca
pierdas la inocencia ni esa actitud tan sincera que te hace pensar en los
otros, en los que lo tienen un poquito mas complicado.
Gracias
Candela, gracias por venir y, sobre todo, gracias por quedarte para siempre
dentro de esta Casa Grande. Espero conocerte pronto para poder darte un abrazo
y que me deleites con tu arte, con esa magia que me han dicho que cuando la
realizas, ilumina tu cara y hace que tus ojos brillen con una luz intensa,
tanto, tanto como la espontaneidad y solidaridad que tienes.
Un besazo
enorme Candela y….. FELIZ NAVIDAD.