miércoles, 1 de julio de 2015

Comunicado de D. Jesús García Burillo, Obispo de Ávila.

Queridos abulenses:

Esta semana hemos celebrado un precioso aniversario en nuestra diócesis: el Centro de Educación Especial “Santa Teresa” de Martiherrero cumple 50 años, siendo referencia histórica en Ávila para dar servicio a personas con alguna discapacidad física o psíquica.

El edificio nació en un principio como balneario (1897). Más tarde, pasaría a ser cárcel durante la Guerra Civil y luego sanatorio para tuberculosos. En 1965, el entonces obispo de Ávila, recordado y querido D. Santos Moro Briz, se fijó en estas instalaciones para reconvertirlas en un Centro de Educación Especial. En una época en que los discapacitados apenas tenían ayuda y apoyo, la Iglesia comprendió la necesidad de ayudarles, sabiendo que existía un lugar donde estas personas pudieran desarrollarse y crecer en su dignidad. Hubo que pedir la cesión del inmueble, por parte del Estado, a la Diputación, para después encargarle a Cáritas Diocesana que gestionara su puesta en marcha. El Delegado de Cáritas era entonces D. Bernardo Herráez. Junto a él, don José Santacana y don Alfredo Abella fueron capaces de poner en marcha este proyecto, que acogió en un principio a ocho niños.

Desde el comienzo de su andadura, el Centro de Educación Especial “Santa Teresa” tuvo claro su fin primordial: “la educación y formación religiosa, cultural y social de los discapacitados físicos y psíquicos”, “finalidad que responde a la positiva y ardiente caridad de la Iglesia por la promoción y progreso de las clases más humildes”, según se recoge en el documento fundacional canónico del centro en 1970. Desde entonces y hasta el día de hoy, quienes han estado al frente de este hermoso proyecto se han mantenido fieles al cuidado y promoción de los discapacitados de nuestra provincia.

No exageramos cuando decimos sentirnos felices por esta preciosa obra. Ciertamente, es obligado trabajar por la dignidad de las personas, en especial por las que tienen minusvalías. Duele comprobar que nuestro mundo estima al ser humano por su belleza, por su inteligencia o su poder, por la excelencia de sus cualidades, mientras desecha todo lo que no se ajusta a esos cánones de perfección, hasta el punto de negar el derecho a vivir a quienes padecen algún defecto. Las personas con una deficiencia psíquica hoy se encuentran marginados de nuestra sociedad. Aunque la verdadera incapacidad nace de la prepotencia y la soberbia imperantes, de creernos llenos de capacidades, cuando falta la única que hace auténticas todas las demás: la de saberse amado y amar, y saber amar a todos y cada uno de los seres que tenemos junto a nosotros. El verdadero derecho humano consiste en la dignidad de la persona humana, dignidad que hay que respetar en cualquier situación.

Trabajar por la dignidad de los chicos y chicas que componen la historia de Martiherrero nos ha enseñado que estas personas, con capacidades diferentes, son especialmente sensibles y sumamente agradecidos. Cada persona es una historia sagrada. Cada ser humano tiene su secreto, su misterio. Creemos en el valor de cada persona, sean cuales sean sus dones o sus límites. Creemos más que nunca en el valor único de cada persona; en la necesidad de construir una sociedad más humana donde todo hombre sea reconocido y encuentre su sitio ya que cada uno tiene una verdad diferente que aportar.

Queridos amigos, en el 50 aniversario de “La Casa Grande de Martiherrero” agradecemos el trabajo y la dedicación de sus gestores, así como de todo el personal que ha conformado la historia de este Centro. Ellos son los artífices de esta preciosa obra, hoy más viva que nunca. Gracias por seguir apostando por la dignidad del ser humano, y por creer que, con esfuerzo, paciencia y amor, cada persona encontrará su lugar en el mundo. Y un cariñoso saludo a los chicos y chicas de Martiherrero por demostrarnos con vuestra alegría diaria que cuando falla la inteligencia se desarrolla más el corazón.

Jesús García Burillo
Obispo de Ávila