sábado, 29 de octubre de 2016

... cuando el ocio tiene precio...

Casi todas las personas vivimos nuestro día a día de manera monótona y sin sobresaltos. Nuestra vida está llena de rutinas y esto hace que todos los días parezcan iguales, aunque si nos paramos a pensarlo fríamente, nunca un día es igual a otro. Todos tenemos obligaciones para con nosotros mismos y para con quienes nos rodean. Las 24 horas del día las tenemos muy estructuradas y organizadas con lo que hacemos, con lo que nos hacen y también con lo que deberíamos hacer. El guión está bastante escrito y cada vez es más difícil salirse de él. Así es como van cayendo las hojas del calendario y así es cómo se acerca ese momento tan deseado que todos conocemos como "tiempo libre, vacaciones u ocio".
¿Nos suena todo esto, verdad?
Cuando llega ese momento cada cual lo utiliza... primero como puede y en segundo lugar estaría el "como quiere". Esta es la realidad y queramos o no es así de cruda y hasta de dura.
Pocas veces hacemos lo que soñamos, ni lo que llevamos mucho tiempo esperando, eso siempre o casi siempre se pospone. Ahora bien, esta situación no nos amarga, sólo la aparcamos y vivimos, sentimos y disfrutamos el momento de ocio de que disponemos.
por lo general siempre queremos salir del entorno que nos rodea y viajar, vivir momentos diferentes a nuestro día a día. Nos movemos a otros espacios físicos (aunque sean cortos) para cambiar nuestras rutinas, salir de nuestro letargo y disfrutar del momento que vivimos. ¡Con esto nos conformamos! y encima, en honor a la verdad hay que decir que qué afortunado y privilegiado es aquel que lo puede realizar. Todo lo que hacemos tiene un precio, todo lo que realizamos cuesta algo, bien sea esfuerzo o dinero, pero esto es lo que hay y así vivimos nuestro día a día.
Pues bien, en la Casa Grande sucede exactamente lo mismo ¡no faltaba más!. Ocurre lo mismo porque estamos dentro de este mundo, somos parte de esa sociedad que vive igual que el resto, aunque muchas veces con muchas más dificultades por las connotaciones que tenemos.
Una vez al año la Casa Grande de Martiherrero organiza "la excursión" y les puedo asegurar que resulta muy, muy complicado llevarla a cabo. Por una parte está lo que soñamos y por otra la cruda realidad. Es cierto que realizamos muchas actividades de ocio a lo largo del año pero "la excursión" tiene un aire muy especial para nuestros chicos y chicas. Pero es cierto que existe una triste realidad: el coste económico, porque el ocio, señores y señoras, tiene un precio. Se realiza en temporada baja, pero aún así es costosa, lo cual ya limita la asistencia. Organizarla lleva su tiempo, pero esto es lo de menos porque el fín lo merece. Si la Casa Grande tiene 51 años, se puede decir que la excursión lleva 40 años realizándose. ¡Cuánto disfrutan los que van!
Los días previos son de muchos nervios y muchas preguntas, hasta tal punto que a veces se alteran más de lo debido; pero hasta eso es normal, porque estas personas más que nadie saben lo que es la monotonía y la rutina. También es cierto que cuando vuelven, llegan con mucha calma, alucinados de las experiencias vividas y agradecidos como nadie porque vienen de integrarse en la vida que les hubiera gustado estar, pero que no está a su alcance. Por eso, cada minuto que vivien en esta experiencia, se lo beben a sorbos pequeñitos y suaves para disfrutarlos más si cabe.
¡Ojalá pudieran ir todos a pesar de las barreras y obstáculos que tienen! Pero ya sé que esto es imposible, somos muchos y con necesidades muy diferentes.
Se organiza con mucho tiempo, mimando hasta el mínimo detalle y contando, sobre todo, con la ayuda incondicional de trabajadores de la Casa. Si no fuera por su entrega generosa y desinteresada, esta actividad sería imposible de llevar a cabo. Pagar 24 horas diarias durante 6 días tendría un coste elevadísimo, pero gracias a su altruismo, el coste económico no existe. Por eso muy grande lo que hacen los trabajadores. unas veces son unos, otras veces otros... pero hay que decir que hasta el día de hoy, siempre ha habido personas que quieran acompañar a estos viajeros en su aventura. GRACIAS A TODOS POR ESTAR AHÍ.
Unas veces es el sur, otras el norte y este año levante, exactamente Peñíscola. El sitio es lo de menos, lo importante es conocer otro mundo, otra forma de vivir, ampliar conocimientos y experimentar otras vivencias.
La actividad es maravillosa para todos ellos y agotadora para los que les acompañan, pero aún así todos los trabajadores nos dicen que merece la pena vivir la experiencia junto a ellos. Lo que sí puedo asegurar es que escuchar a nuestros chicos y chicas a la vuelta, contándonos su versión de lo que han vivido, es simplemente espectacular y muy gratificante, y nos da fuerzas a todos los que formamos esta Casa para seguir haciendo y organizando cosas que les motiven en su vida, les haga sonreir y les permita seguir soñando.