lunes, 28 de septiembre de 2015

Almudena Marcos y la "nueva" forma de mirar la discapacidad


Han pasado ya seis meses desde que iniciamos este ciclo de conferencias "Cambia la mirada". En este espacio de tiempo han ocurrido muchas cosas que, efectivamente, vienen a demostrar que cuando se quiere se puede.
Siempre hemos pensado que poquito a poco las personas evolucionan y se adecúan a las nuevas situaciones que la vida les va demandando. Unas veces acertamos y en otras ocasiones nos cuesta mucho alcanzar el objetivo marcado.
Porque creemos en las personas y en sus capacidades (aunque a veces estén algo limitadas) es por lo que nos gustaría que la sociedad cambiara la forma de verles y de mirarles.
El viernes pasado a las 14 h. llegó a la Casa Grande de Martiherrero una persona que no nos conocía de nada, nunca había estado aquí, venía de Madrid. En principio todo era nuevo para ella, o por lo menos eso creí yo. Cuando comenzamos a hablar en un entorno muy distendido, rápidamente me dí cuenta de que esta mujer, Almudena Marcos, parecía que nos conocía de siempre y en profundidad.
Afortunadamente no partimos de cero en la exposición. Sabía muy bien donde estaba y a quienes se iba a dirigir. Como buena ingeniera de profesión traía todo muy bien planificado, sintetizado al milímetro y, como buena psicóloga de vocación, había mucho apasionamiento en su exposición, pero en ningún momento trató de imponer su criterio.
Escuchó con mucha atención todas nuestras exposiciones y razonamientos. Su mirada no denotaba extrañeza ante lo que le contábamos. Todo lo contrario, era una actitud de comprensión y, sobre todo, de cercanía. Y así llegamos a las cinco de la tarde al Palacio de los Serrano, donde muy amablemente nos acogió Dolores Ruiz Ayucar para llevar a cabo este acto.
Hay que decir que si en algo cree Almudena Marcos, puedo decir sin equivocarme, que es en la Psicología Positiva. Cuando habla de ello, lo hace con una mirada limpia y que a la vez transmite mucha fuerza. Se nota que quiere ser útil y proporcionar al interlocutor que tiene enfrente todas las herramientas que le puedan hacer sentirse mejor y durante el mayor tiempo posible. Le gusta comunicarse con las personas para enseñarles a trabajar con las fortalezas que posee cada individuo.
A lo largo de este acto descubrí varias cosas:
  • logra que sus interlocutores interioricen lo que cuenta, en un ejercicio de mirarse hacia adentro. Consigue que la persona que la escucha haga un análisis sobre lo que piensa y siente en ese momento, pensando en como debería actuar.
  • transmite con mucho entusiasmo que las personas tenemos que vivir cada momento que nos presenta la vida, viviéndola y sintiendo que la vivimos. Es cierto que el pasado no se puede cambiar pero también es verdad que existen herramientas para cambiar la actitud con la que ver ese tiempo que pasó.
El público escuchó atentamente su amena exposición de la cual salimos con una serie de deberes y obligaciones para de verdad tener una "nueva" mirada hacia la discapacidad.
Ojalá seamos capaces de llevar a la práctica tus sabios consejos Almudena Marcos. Yo personalmente me quedo con tres obligaciones en la vida:
  • ser mejor personas
  • ayudar a que otros sonrían
  • estar en paz con el pasado y no tener miedo al futuro.
¡Almudena! te dire que...
- "Comenzaste haciendo lo que era necesario": conocernos y escucharnos.
- "Después hiciste lo que era posible": nos explicaste las herramientas y las fortalezas.
- "Y sin darte cuenta hiciste los imposible": cambiarnos la mirada hacia una "nueva" forma de ver los problemas de las personas con capacidades diferentes.

Como verás tu exposición quedó reflejada en la mismísima cita que nos diste de San Francisco de Asís.
Gracias por tus palabras, por tu tiempo solidario y altruista, por tu entusiasmos, por creer en los sueños, en esos que los ingenieros de telecomunicaciones es difícil que visualicen y, también, gracias por tu generosidad.
¡Ah! gracias por dedicar parte de tu tiempo a conocernos antes de visitarnos. Durante tu conferencia descubrí que cuando entraste a las dos de la tarde en la Casa Grande, ya sabías como eramos, ya nos conocías. Es un detalle que te honra como profesional pero, sobre todo, como ser humano.
Hasta cuando quiera Almudena, espero que no sea tarde, así te podremos enseñar nuestras libretas del tiempo vivido, el de verdad, el único que es verdadero.
Mientras tanto seguiremos deleitándonos con Jorge Bucay.
El buscador, Jorge Bucay